Tamerlán


Estatua de Tamerlán
en Uzbekistán

 Tamerlán fue uno de los más grandes conquistadores mongoles. Sus dominios abarcaron ocho millones de kilómetros cuadrados en un tiempo cubierto por la guerra y la destrucción, pero también por un magnífico esplendor cultural y comercial, auspiciado por el mecenazgo de este célebre gobernante asiático.

Tamerlán o Timur –cuyo nombre original significa hierro– nació el 10 de abril de 1336 en Kesh, un lugar próximo a Samarkanda enclavado en el antiguo kanato de Chagatai (actual Uzbekistán). Pertenecía al clan de los Barlas, un linaje de etnia mongola, aunque de cultura islámica, muy arraigado desde tiempos ancestrales en aquella geografía.

La división del kanato de Chagatai en dos kanatos diferenciados (Tranxosiana y Mogolistán) favoreció el ascenso social de Timur, ya que se casó con la hija menor del jefe que quedó al frente del kanato de Transoxiana. Con 26 años, Timur, al que apodaban Lank (el Cojo) por una discapacidad sufrida en una de sus piernas durante la infancia, ya se había hecho con el mando de la situación en el territorio del que se enseñoreaba y declaró la guerra a sus hostiles vecinos.


Tras varios años de conflicto, Tamerlán sojuzgó o aplacó la belicosidad de sus rivales. En 1370 se proclamó emir independiente y eligió como capital de su incipiente Estado la esplendorosa ciudad de Samarkanda. Desde ella inició una expansión militar como no se había visto desde la época del mismísimo Gengis Kan, de quien Timur se erigió pretendido heredero genético.

Su sueño pasaba por recuperar el perdido fulgor del Imperio Mongol y, durante los primeros años, se dedicó a cimentar la estructura de un estado sólido y unificado bajo su cetro. Para ello diseñó leyes de gobierno en las que se aunaban las viejas costumbres y otras de nuevo cuño que mejoraron la vida de sus súbditos.

A esto se sumó la creación de un incontestable ejército, considerado la mejor maquinaria bélica del momento. Con dichas tropas, Tamerlán se lanzó a la conquista de Asia bajo el influjo de lo logrado por Alejandro Magno, una de sus más claras y admiradas referencias históricas.


Las conquistas de Tamerlán

Durante 35 años los ejércitos de Samarkanda cubrieron buena parte del continente asiático, extendiéndose de este a oeste y de norte a sur por las actuales Siria, Irak, Irán, Pakistán, Afganistán, Turkmenistán, Uzbekistán, parte de la India, Turquía, Rusia...

Las campañas de Tamerlán fueron tan brillantes como genocidas. Desgraciadamente famosas se hicieron las construcciones piramidales que sus hombres elaboraban con las cabezas de los infortunados vencidos. Asimismo, en esta cruel y despiadada política de anexiones territoriales, ordenó el asesinato de poblaciones enteras y arrasó bellas ciudades como Bagdad o Damasco, plazas en las que miles de sus habitantes sufrieron decapitación a modo de escarmiento por la resistencia planteada.

Sin embargo, no todo fue masacre, y el sultán, muy interesado en la cultura, favoreció el embellecimiento arquitectónico de Samarkanda mientras contrataba los mejores literatos para ensalzar los aspectos más elogiosos de su reinado.
Respecto al capítulo económico, consiguió que la Ruta de la Seda, principal arteria comercial de Asia, viera sus caminos hasta Bagdad libres de peligros para los comerciantes que la transitaban, lo que impulsó el incremento de la riqueza y el intercambio cultural con otros pueblos.
Por otra parte, este poderoso mandatario no descuidó sus relaciones internacionales y recibió con agrado la visita constante de los embajadores que llegaban desde cualquier parte del mundo conocido.

Tamerlán murió por enfermedad el 19 de enero de 1405 en la ciudad de Otrar (actual Kazajistán) cuando se encontraba en los previos de la conquista de China, sin duda el proyecto más ambicioso de su agotadora peripecia bélica. Sus restos fueron trasladados a Samarkanda en medio de innegables muestras de respeto y dolor por aquél que tanto oropel había concedido a la mítica capital. Fue sepultado en Gur-i Emir, un luminoso mausoleo que en la actualidad constituye una de las escasas muestras que aún sobreviven de aquel periodo.

Estandarte de la dinastía timúrida
 El conglomerado de países que había sometido se disgregó por sucesivas divisiones entre sus hijos y nietos (los timúridas). Su hijo mayor Hahangir había muerto y la sucesión recayó en el hijo de este, llamado Pir Muhammad, e inmediatamente en su hermano Jalil Sultan. Otro hijo de Tamerlán, Shah Rokh, ocupó el poder en 1406, y fue el segundo miembro más destacado de la dinastía. A su muerte en 1447 le sucedió su hijo Ulug Beg y en 1449 el hijo de este, Abd al-Latif.
En 1450 fue soberano por poco tiempo Abdallah Mirza, que era hijo de un hermano de Ulug Beg, y después Abu Said, nieto de Miranshah (hermano de Shah Rokh). En 1469 pasó a un biznieto de Umar Shayk (otro hermano de Shah Rokh), Husayn Bayqara. Bayqara gobernó hasta el 1506, siendo sucedido por sus hijos Badiaz y Zaman.
En 1503 Babur o Baber (Zahir al-din Mohammad Babur), nieto de Abu Said, se hizo con el poder en Delhi.
Finalmente, con el fin del imperio timúrida, se estableció en la India el Imperio Mogol en 1526 de la mano de Babur, descendiente de Tamerlán. Los mogoles gobernaron casi por completo la región hasta su decadencia en el siglo XVIII. En 1857, se disuelve el imperio con la llegada de los británicos.


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