En los primeros años de la historia cristiana se trataba como 'padre' a todos los obispos, pero, poco a poco, fue reservándose el título de patriarca para los metropolitanos de algunas diócesis, todas ellas fundadas por uno de los apóstoles, que tenían una relevancia especial en el gobierno de la Iglesia universal. Esta denominación específica aparece en los escritos de los Padres de la Iglesia, y ya está plenamente aceptada y establecida en el Concilio de Nicea I (325), donde el tratamiento y dignidad patriarcales se reserva sólo para cuatro obispos metropolitanos. Por orden de importancia, los patriarcados originales eran:
El Patriarcado de Occidente, Papa y obispo de Roma. Este obispado fue fundado por San Pedro.
El Patriarcado de Constantinopla. Este obispado fue fundado por San Andrés.
El Patriarcado de Alejandría. Este obispado fue fundado por San Marcos.
El Patriarcado de Antioquía. Este obispado fue fundado por San Pedro y San Pablo.