Nicea, los Concilios y el Credo

Nicea (de Nicaea, transliteración latina del nombre griego Νικαïα, derivado de Niké, es decir, Victoria ) es una antigua ciudad de Bitinia, en Asia Menor, a orillas del lago Iznik, fundada por Antígono I Monoftalmos c. 316 aC con el nombre de Antigonia.

En la época romana se convirtió en uno de los principales centros culturales de la zona. Fue un próspero enclave comercial emplazado en el camino de Constantinopla. En 1078 fue tomada por los turcos selyúcidas y pasó a ser capital del Sultanato de Rum. Volvió a manos de los cristianos en 1097, convirtiéndose en capital del Imperio Bizantino de Nicea (1204-1261) durante la ocupación de Constantinopla por los cruzados. Desde 1331 es la actual ciudad turca de İznik, provincia de Bursa.

En ella se celebraron dos importantes concilios: Concilio de Nicea I (año 325) y Concilio de Nicea II (año 787).




I Concilio de Nicea (325)

Fue el Primer Concilio Ecuménico. Presidido por Osio, tuvo lugar entre el 20 de mayo y el 25 de julio del 325 (siendo papa san Silvestre I) y fue convocado por el emperador romano Constantino I el Grande para procurar reafirmar la unidad de la Iglesia, seriamente quebrantada por la disputa surgida en torno a la naturaleza de Jesucristo tras la aparición del arrianismo. De los 1.800 obispos censados en el Imperio romano, 318 acudieron a la convocatoria conciliar. El credo de Nicea, que definió al Hijo como consustancial con el Padre, fue adoptado como postura oficial de la Iglesia con respecto a la divinidad de Cristo. También fue fijada la celebración de la Semana Santa el domingo después de la Pascua judía, y garantizada la autoridad del obispo de Alejandría. En esta última concesión se asienta el origen de los patriarcados.

II Concilio de Nicea (787)
 
Fue el Séptimo Concilio Ecuménico. Sus sesiones tuvieron lugar desde el 24 de septiembre hasta el 23 de octubre del 787 (siendo papa Adriano I). A la convocatoria, efectuada por la emperatriz bizantina Irene, asistieron 350 obispos, la mayoría de los cuales procedían del Imperio bizantino. A pesar de las fuertes objeciones formuladas por parte de los iconoclastas, fue aprobada la veneración de imágenes religiosas y ordenada su restauración en las iglesias de todo el territorio imperial.

Credo de Nicea - Constantinopla

Se le llama así porque es una fusión de los credos redactados en el Concilio de Nicea (325) y en el Concilio de Constantinopla (381). Estos concilios defendieron la verdadera naturaleza de Jesús frente a dos herejías: el Arrianismo negaba la naturaleza divina de Cristo, y el Monofisismo su naturaleza humana. Apoyándose en la tradición que les había llegado desde los Apóstoles, los concilios condenaron ambas herejías y declararon que Jesús era ciertamente verdadero Dios y verdadero hombre.


Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos.
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, de la misma naturaleza del Padre por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.


Credo in unum Deum, Patrem omnipotentem, factorem caeli et terrae, visibilium omnium et invisibilium.
Et in unum Dominum Iesum Christum, Filium Dei unigenitum, et ex Patre natum ante omnia saecula.
Deum de Deo, Lumen de Lumine, Deum verum de Deo vero, genitum non factum, consubstantialem Patri; per quem omnia facta sunt. Qui propter nos homines et propter nostram salutem descendit de caelis. Et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine, et homo factus est. Crucifixus etiam pro nobis sub Pontio Pilato, passus et sepultus est, et resurrexit tertia die, secundum Scripturas, et ascendit in caelum, sedet ad dexteram Patris. Et iterum venturus est cum gloria, iudicare vivos et mortuos, cuius regni non erit finis.
Et in Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem, qui ex Patre Filioque procedit. Qui cum Patre et Filio simul adoratur et conglorificatur: qui locutus est per prophetas.
Et unam, sanctam, catholicam et apostolicam Ecclesiam.
Confiteor unum baptisma in remissionem peccatorum.
Et expecto resurrectionem mortuorum, et vitam venturi saeculi. Amen.

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