Las Iglesias Cristianas. 7- La Iglesia Católica Apostólica Romana

Luego de la reforma religiosa iniciada por Martín Lucero, durante casi 20 años, la Iglesia Católica había visto cómo gran parte de los católicos se peleaban entre ellos en Europa y sus obispos, dejaban de reconocer al Papa como Primus inter pares o como máxima autoridad de la Iglesia Católica, y se separaban de Roma incluso algunos cardenales.

En consecuencia, hubo muchos partidarios de Roma que requerían una reacción de su Iglesia Católica, que mejorase sus costumbres y corrigiera los errores que habían alimentado la Reforma Protestante. A esta reacción de la Iglesia Católica contra el protestantismo se le conoce generalmente con el nombre de Contrarreforma Católica.

La solución fue convocar a un Concilio donde se pudiesen discutir las posibles reformas. No se convocó este concilio sino hasta 1545, reunión que será conocida como Concilio de Trento. Las sesiones del Concilio de Trento duraron casi 17 años, ya que fueron interrumpidas muchas veces, varios Papas se sucedieron en Roma, y finalizó en 1562.

Las Iglesias Cristianas. 6- Las Iglesias Protestantes

Luego del Gran Cisma la porción occidental de la cristiandad se mantuvo obediente al Patriarca de Roma, bajo la denominación de Iglesia Católica Apostólica Romana.

Pero durante el siglo XVI, varios religiosos, pensadores y políticos intentaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia Católica en la Europa Occidental, especialmente con respecto a las pretensiones papales de dominio sobre toda la cristiandad.

Había una gran crisis en la Iglesia Católica debido a los numerosos problemas de corrupción eclesiástica y falta de piedad religiosa. A esto se sumó la venta de indulgencias para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma.

Las Iglesias Cristianas. 5- Las Iglesias Católicas Orientales

La división entre las Iglesias de oriente y occidente dio lugar a la existencia de comunidades de ritos orientales que se mantuvieron o entraron en plena comunión con la Iglesia de Roma, conservando su liturgia, aunque en algunos casos se han latinizado en algún grado. Son las llamadas Iglesias Católicas Orientales. Algunas nunca han estado en cisma con la Iglesia de Roma (como la Iglesia maronita y la ítalo-albanesa) y otras han surgido de divisiones de las Iglesias ortodoxas o de las antiguas Iglesias nacionales de oriente.

Regularmente constituyen minorías en países donde su contraparte ortodoxa predomina (como en Grecia, Serbia, Bulgaria, Rusia y Armenia), otras son minorías junto con sus contrapartes ortodoxas en países donde predomina otra religión (melquitas en Siria, caldeos en Irak, etc.) y otras no tienen contraparte en cisma con Roma (maronitas e ítalo-albaneses), también debido a la migración muchos católicos orientales viven hoy en países occidentales (Australia, Canadá, Estados Unidos, Argentina, Francia, etc.).

Las Iglesias Cristianas. 4- La Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa

La Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa es la tercera de las tres grandes iglesias o comunidades cristianas, después de la Iglesia Católica Apostólica Romana y el conjunto de Iglesias Protestantes, y cuenta con más de 225 millones de fieles en todo el mundo. Se considera la heredera de todas las comunidades cristianas de la mitad oriental del Mediterráneo (esto lleva a ciertas tensiones con iglesias orientales unidas a Roma). Su doctrina teológica se estableció en una serie de concilios, de los cuales los más importantes son los primeros Siete Concilios, llamados "ecuménicos", que tuvieron lugar entre los siglos IV y VIII. Luego de la separación en el llamado "Cisma de Oriente y Occidente", el 16 de julio de 1054, el cristianismo ortodoxo se difundió por Europa oriental gracias al prestigio del Imperio Bizantino y a la labor de numerosos grupos misioneros.

La Iglesia Ortodoxa está en realidad constituida por 15 iglesias autocéfalas, que sólo reconocen el poder de su propia autoridad jerárquica. Al igual que la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Ortodoxa posee la autoridad de canonizar o beatificar. Cuando alguna de las iglesias ortodoxas autocéfalas engruesa su santoral, ella obligatoriamente avisa sobre eso a todas las demás iglesias hermanadas.

Las Iglesias Cristianas. 3- El Gran Cisma de Oriente y Occidente

La unidad de los cinco grandes patriarcados (Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén) se mantuvo durante el primer milenio de la Iglesia. Estas cinco Iglesias, de orígenes apostólicos, tomaron parte en los siete primeros concilios ecuménicos. A pesar de los conflictos y rivalidades entre ellas, consiguieron guardar relaciones a nivel de igualdad de primacía aunque reconociendo a la Iglesia de Roma un puesto de honor.

Sin embargo, como resultado de un largo período de relaciones difíciles entre las dos partes más importantes de la Iglesia universal, se produjo el Gran Cisma de Oriente y Occidente. Las causas primarias del cisma fueron sin duda las tensiones producidas por las pretensiones de suprema autoridad (el título de "ecuménico") del Papa de Roma y las exigencias de autoridad del Patriarca de Constantinopla. Efectivamente, el Obispo de Roma reclamaba autoridad sobre toda la cristiandad, incluyendo a los cuatro Patriarcas más importantes de Oriente; los Patriarcas, por su lado, alegaban, según su entendimiento e interpretación de la Sagrada Tradición Apostólica y las Sagradas Escrituras, que el Obispo de Roma solo podía pretender ser un "primero entre sus iguales" o "Primus inter pares". Por su parte, los Papas, según su interpretación de la Tradición Apostólica y las Sagradas Escrituras, declaraban que "es necesario que cualquier Iglesia esté en armonía con la Iglesia (de Roma), por considerarla depositaria primigenia de la Tradición apostólica" (San Irineo de Lyon, s. II d. C.). También tuvieron influencia en el Gran Cisma las variaciones de las prácticas litúrgicas (calendarios y santorales distintos) y disputas sobre las jurisdicciones episcopales y patriarcales.

Las Iglesias Cristianas. 2- Las Antiguas Iglesias Orientales

Enmarcado dentro de las disputas cristológicas que sacudieron al cristianismo en los siglos III, IV y V, el nestorianismo fue propuesto por el monje Nestorio, oriundo de Alejandría, una vez entronizado como obispo de Constantinopla. Nestorio sostenía una doctrina difisista, que considera a Cristo radicalmente separado en dos personas, una humana y una divina, completas ambas de modo tal que conforman dos entes independientes, dos personas unidas en Cristo, que es Dios y hombre al mismo tiempo, pero formado de dos personas (prosopōn) distintas. Esto le llevó a enfrentarse con Cirilo de Alejandría, obispo de dicha ciudad, que defendía la tesis de la unicidad entre la persona humana y la divina de Cristo.

Tanto los nestorianos como los partidarios de Cirilo fueron llamados al concilio de Éfeso, en el año 431. La disputa se centró fundamentalmente en torno al título con el cual debía tratarse a María, si sólo Christotokos (madre de Cristo, es decir, de Jesús humano y mortal) como defendían los nestorianos, o además el de Theotokos (madre de Dios, o sea, también del Logos divino), como defendían los partidarios de Cirilo. Finalmente se adoptó como verdad de doctrina la propuesta por Cirilo, y se le concedió a María el título de Madre de Dios, y los nestorianos, o difisitas, fueron condenados como herejes.