Las 12 Tribus de Israel

Según el Génesis, Abraham engendró a Isaac y éste a Jacob (o Israel) que tuvo doce hijos cuyos nombres fueron, en castellano y de mayor a menor: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín.
 
Las doce tribus de Israel

Estos doce hijos serían posteriormente reconocidos como los patriarcas de donde provienen las doce tribus de Israel entre las que Josué repartió la Tierra Prometida tras el regreso de Egipto. De todas las tribus, la de Leví se dedicó al sacerdocio por mandamiento divino, por lo que no se le asignó tierra.

En cuanto a José, en el reparto de las doce tribus se le dio trato de tribu a los descendientes de sus hijos Efraím y Manasés, debido al deseo manifestado por el anciano Jacob en cuanto a que, pensando que había perdido a José cuando fué vendido como esclavo por sus hermanos, le correspondía por tanto doble porción de su herencia como compensación; es por esto que a Efraím y a Manasés se les otorga tierras entre los doce y no se menciona a alguna tribu de José. No quiere esto decir que la parte de José fuese el doble que la de sus hermanos, porque siendo estrictos los lotes de tierras entregados eran muy desiguales en cuanto a su extensión geográfica, pero es indicativo de que se le concedía una importancia mayor que a los restantes hermanos.

 

Las doce tribus se agruparon en dos reinos: Judá (esencialmente la tribu de Judá y parte de la de Leví, que no tenía tierras) e Israel (todas las demás). A la muerte de Salomón, estos dos reinos se separaron en todos los aspectos, llegando a enemistarse seriamente.

Desde la división del reino de Israel entre los hijos del rey Salomón, hacia el año 930 adC, los hebreos habían sido políticamente débiles, y por tanto, se habían visto prisioneros del juego político de las potencias extranjeras, y muy en particular del creciente poderío de los asirios. En 721 aC, el reino del norte fue aniquilado por las fuerzas asirias. El reino de Judá obtuvo una prórroga, gracias a la guerra entre Asiria y Babilonia, que acabó con la entronización del Imperio Caldeo, pero cuando éste se asentó definitivamente en Mesopotamia, pudo iniciar de nuevo la agresión militarista hacia el oeste. Su rey Nabucodonosor II conquistó Jerusalén en 587 adC, terminando con la independencia de los hebreos. Por su parte el fastuoso Templo de Salomón, el orgullo nacional de los hebreos, fue completamente arrasado.

El año 538 adC, el rey persa Ciro el Grande conquistó Babilonia, destruyó al Imperio Caldeo, y autorizó a los hebreos para regresar a su tierra nativa, dándole a Jerusalén un estatuto semiautónomo, probablemente para tener un "estado tapón" que le sirviera de parapeto contra el por entonces creciente poder de Egipto. El Templo de Jerusalén fue reconstruido, y los hebreos consiguieron mantener un reducto semiindependiente hasta la época del Imperio Romano, en el cual fueron dispersados definitivamente.


Tras el cautiverio de Babilonia, que afectó solamente al reino de Israel, desaparecieron las diez tribus (en realidad diez y media) que lo componían. No es posible que el pueblo del reino de Israel fuese deportado en su totalidad: más bien habrían sido deportados los personajes representativos y sus familias, tal vez con algunos o muchos de sus servidores, pero la ausencia de dirección y jefatura llevaría a la desnaturalización de los israelitas que se quedaran, lo que habría dado lugar a que perdiesen su cultura y costumbres ancestrales, dejándose absorber por las de los pueblos paganos inmediatos.


Relacionados:
Salomón
Los Beta Israel (falashas)
Jerusalén
El Reino de Israel

3 comentarios:

Anónimo dijo...

no esta mal, me h aserivod para un trabajo

Anónimo dijo...

fue de mucha ayuda. gracias por sus explicaciones.

Anónimo dijo...

Salí de un poco de dudas. Muchas gracias.