Salomón



Salomón
  Fue el tercer y último rey de todo Israel, incluyendo el reino de Judá.

Construyó el Templo de Jerusalén y fue célebre por su sabiduría, riqueza y poder. Según la Biblia se le considera el hombre más sabio que ha existido en la Tierra. Se le atribuye la autoría del Cantar de los Cantares y también del libro de los Proverbios. Es el protagonista de muchas leyendas posteriores, y se le considera también uno de los maestros de la Cábala.
Salomón fue el segundo de los hijos que tuvieron David y Betsabé. La historia de Salomón se narra en el Primer Libro de los Reyes, 1-11, y en el Segundo Libro de las Crónicas, 1-9.
Sucedió a su padre, David, en el trono de Israel hacia el año 970 aC. Su padre lo eligió como sucesor, a instancias de Betsabé y del profeta Natán, aunque tenía hijos de más edad habidos con otras mujeres. Fue elevado al trono antes de la muerte de su padre, ya que su hermanastro Adonías se había proclamado rey. Adonías fue más tarde ejecutado por orden de Salomón, y el sacerdote Abiatar, partidario suyo, fue depuesto de su cargo, en el que fue sustituido por Sadoc. Del relato bíblico parece deducirse que a la ascensión de Salomón al poder tuvo lugar una purga en los cuadros dirigentes del reino, que fueron sustituidos por personas leales al nuevo rey.

En la Biblia se destaca la sabiduría de Salomón, y se cita como ejemplo el llamado juicio de Salomón (1Reyes 3:16-28). También se destaca la prosperidad de su reino, que coincidió con el momento de mayor esplendor de la monarquía israelita. Salomón se rodeó de todos los lujos y la grandeza externa de un monarca oriental. Mantuvo en general la paz con los reinos vecinos, y fue aliado del rey Hiram I de Tiro, quien le auxilió en muchas de sus empresas. Consolidó el poder político de Israel en la región contrayendo matrimonio con una de las hijas del faraón del Antiguo Egipto Siamón.
Emprendió numerosas obras arquitectónicas, entre las que destaca por encima de todas la construcción del Templo de Jerusalén como lugar para la permanencia del Arca de la Alianza, aunque destaca también la erección de un fabuloso palacio y obras públicas como la construcción de un terraplén que unía el templo con la ciudad de Jerusalén.

Durante su largo reinado de 40 años la monarquía hebrea tuvo su momento de mayor prosperidad económica. La seguridad interna y el control de las vías de comunicación facilitaron una amplia expansión del comercio hebreo. Se dice en la Biblia que sus naves llegaron hasta Ofir, en algún lugar del Mar Rojo, donde cargaron 14.300 kilos de oro y el esplendor de su corte llamó la atención de la reina de Saba. Sin embargo, en la segunda mitad de su reinado, cayó en la idolatría, inducido por sus numerosas esposas extranjeras. De acuerdo con 1Reyes, 11:3 , "tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas, y sus mujeres le desviaron el corazón."
Este pecado fue, según la Biblia, la causa de que a su muerte se dividiera el reino de Israel. Jeroboam se rebeló y fue nombrado rey de diez de las doce tribus de Israel (todas excepto Judá y Benjamín). Como rey de estas dos últimas, con capital en Jerusalén, le sucedió su hijo Roboam, cuya madre era Naamá, ammonita.
Pero aunque cometió este pecado se arrepintió y luego escribe el libro de Eclesiastés para aconsejar a otros a que no siguieran su ejemplo. Allí menciona "vanidad de vanidades, todo es vanidad" y esto se refiere a su vida inicua. Salomón escribe este libro como un testimonio y ejemplo de que las cosas de este mundo no son duraderas.

En la tradición de la Iglesia Ortodoxa Etíope, se señala que Salomón tuvo un hijo con la reina de Saba, llamado Menelik I, quien sería futuro rey de Etiopía; y quien la tradición dice que sacó el Arca de la Alianza de Israel, llevándosela a su reino.
En la tradición árabe y dentro del libro de Las Mil y Una Noches, se le conoce como Soleimán, hijo de Daud (Salomón, hijo de David), y es considerado el Señor de los Ifrit (genios).

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