Alejandro Magno: la expedición

La expedición de Alejandro en Asia constituye una empresa extraordinaria desde todo punto de vista. En todas las épocas, el aspecto más celebrado es sin duda el de la victoria obtenida sobre el imperio Arqueménida y la conquista del predominio en un territorio de ilimitada extensión, pero merecen destacarse otras facetas interesantes de la expedición:

  • la distancia recorrida, que los estudiosos calculan que cubrió más de 27.000 kilómetros de territorio, a menudo montañoso o desértico;
  • el descubrimiento de civilizaciones casi desconocidas hasta entonces en Occidente, por ejemplo la que se desarrolló en el valle del Indo; la excepcional duración de la expedición, desde la primavera del año 334 a.C. hasta febrero del 324 a.C.;
  • los aspectos estratégicos de la empresa (batallas casi siempre victoriosas, sitios, solución de los enormes problemas ligados al aprovisionamiento y acuartelamiento en los meses invernales);
  • la fundación de numerosas ciudades;
  • la notable contribución efectuada a los conocimientos científicos del mundo griego, puesto que Alejandro, sensible a los problemas de la investigación científica, merced a su maestro Aristóteles, fue seguido por geógrafos, astrónomos, botánicos, geólogos y estudiosos de toda clase.
Las motivaciones que impulsaron a Alejandro a intentar una empresa que parecía superior a sus fuerzas son oscuras, en gran parte y motivo de discusión entre los historiadores. Algunos, siguiendo las opiniones de sus hagiógrafos griegos, sostiene que fue un hecho natural, inevitable, atacar a los bárbaros a los que se consideraba como una raza inferior, cada vez que fuese posible. Otros afirman, en cambio, que Alejandro partió en realidad con la idea de restringir su empresa a Asia Menor y que ésta prosiguió al penetrar en el corazón del Imperio Arqueménida, en tierras que hasta entonces habían sido totalmente desconocidas para el mundo griego, sólo con el objeto de destruir definitivamente a un enemigo que, de lo contrario, pronto habría reaparecido en escena.

 

La expulsión de los judíos de España

Los judíos constituyeron en la España medieval una de las comunidades más prósperas de su historia, tanto bajo el dominio musulmán como, posteriormente, en los reinos cristianos, antes de que en 1492 fuesen expulsados por los Reyes Católicos.

La expulsión de los judíos de Castilla y Aragón en 1492, fue uno de los hechos más debatidos de la historia de España. Mientras que Inglaterra y Francia habían expulsado a los judíos en 1290 y 1394, en los reinos hispanos habían acogido a un gran número de hebreos, aunque en 1391 se habían producido matanzas de judíos en Sevilla, Barcelona, Lérida, Valencia y Mallorca. Desde la persecución de 1391 y la conversión de miles de hebreos por esas fechas, el problema de los judíos pasó a ser una cuestión secundaria en Castilla y Aragón. Para los judíos conversos las barreras desaparecieron, podían ejercer cualquier oficio, llegar al gobierno de las ciudades o al servicio del Rey, sin olvidar los matrimonios contraídos con familias cristianas.

Sin embargo, en 1408 los judíos castellanos y aragoneses fueron obligados a vivir en las Juderías, llevando distintivos especiales. En 1415 el Pontífice Benedicto XIII, conocido como el 'Papa Luna', Papa de Aviñón durante el Cisma de Occidente, promulgó una Bula contra los judíos. La Bula produjo conversiones en masa, consagrándose varías Sinagogas catalanas.



El Imperio Romano

El Imperio Romano fue una etapa de la civilización romana en la Antigüedad clásica, a partir del año 31 aC, caracterizada por una forma de gobierno autocrática.

Senatus Populusque Romanus (el Senado y el Pueblo Romano)

El nacimiento del imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al Mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando, llegando a su máxima extensión durante el reinado de Trajano, abarcando desde el Océano Atlántico al oeste hasta las orillas del Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6,14 millones de km².


El Imperio Romano, su máxima expansión
Durante casi tres siglos antes de César Augusto, en el período republicano, Roma había adquirido numerosos dominios en forma de provincias directamente bajo administración senatorial o bajo gestión consular, y también mediante pactos de adhesión como protectorados de estados aliados. Su principal competidora en aquella época fue la ciudad de Cartago cuya expansión rivalizaba con la de Roma y por ello fue la primera gran víctima de la República. Las Guerras Púnicas obligaron a Roma a salir de sus fronteras naturales, la península Itálica, y poco a poco adquirió nuevos dominios que debía administrar, como Sicilia, Cerdeña, Córcega, Hispania, Iliria, etc.


El troyano Eneas y la fundación de Roma

En la mitología griega, Eneas es un héroe de la guerra de Troya, hijo del príncipe Anquises y de la diosa Afrodita (Venus en la mitología romana). Su padre era además primo del rey Príamo de Troya. Se casó con Creúsa, una de las hijas del rey de Troya, con la cual tuvo un hijo, llamado Ascanio o Iulo.

Se trata de una figura importante de las leyendas griegas y romanas. Es uno de los caudillos del ejército troyano en La Ilíada, de Homero. Su viaje desde Troya (guiado por Afrodita) que llevó a la fundación de la ciudad de Roma fue relatado por Virgilio en La Eneida.

Según cuenta Virgilio, Eneas, príncipe troyano, huyó de la ciudad tras haber sido quemada por los aqueos durante la Guerra de Troya. Se llevó a su padre y a su hijo a rastras, y su mujer le seguía a pocos pasos. Pero ella pereció en la oscuridad, y Eneas, desesperado, embarcó con otros supervivientes en busca de una nueva tierra. Su enemistad con Hera le llevó a navegar errante durante mucho tiempo, hasta que fue arrojado a las costas del norte de África, en Cartago. Allí habitaba la reina Dido, que se enamoró de él por obra de Cupido, quien flechó su corazón para que olvidara a su difunto marido; entonces lo retuvo por largo tiempo. El reino era hospitalario y todos los troyanos querían quedarse en Cartago, pero Eneas sabía que era en Italia donde debía fundar su imperio. Tras su marcha, Dido se suicidó en una pira con la espada de Eneas maldiciendo por siempre a su amado, haciendole jurar venganza a su pueblo para que destruyera a los hijos de su padre, los futuros romanos. De esta forma se crea el cuadro que justifica la eterna enemistad entre dos pueblos hermanos, el de Cartago y el de Roma, lo que devendría en las Guerras Púnicas. En su camino hasta Italia descenderá a los infiernos, donde su padre, ya muerto, le revela que fundará un imperio floreciente, Roma.



La Guerra de Troya



La Guerra de Troya, aliados aqueos y troyanos
  Según la versión poética de Homero, quien vivió antes del 700 a.C. y escribió los poemas épicos La Ilíada y La Odisea, la Guerra de Troya estalló cuando el príncipe troyano Paris se llevó a la ciudad amurallada de Troya a Helena, quien era la esposa del rey de Esparta, Menelao, hermano del rey de Mecenas, Agamenón.
Troya fue una de las ciudades más importantes de la antigüedad, situada en lo que sería actualmente una de las zonas marítimas de la costa de Turquía, poseía una situación estratégica, un puente entre Oriente y Occidente y un lugar de paso para las mercancías que eran transportadas al continente europeo. Hasta principios del s. XX se pensó que Troya era una ciudad mitológica y que por lo tanto había existido sólo en la mente del gran escritor de la antigüedad Homero; no obstante un arqueólogo alemán (Schliemann) a mediados del S. XX logró rescatar del las ruinas lo que fue la ciudad de Troya, y fue entonces cuando la comunidad científica empezó a cuestionarse el relato de la Guerra de Troya como cierto.

Aquiles



Aquiles fue el más importante de los héroes griegos de la guerra de Troya: joven ardoroso, fuerte, su carácter es esencialmente belicoso. Aquiles personifica el ímpetu y la audacia espontánea.

Era hijo del rey Peleo y la diosa Tetis, la joven. Pero, como su padre, Aquiles es mortal. Dos leyendas relatan la causa de esa mortalidad: en la primera, Tetis trata de inmunizar a su hijo sumergiéndolo en el río Estigia; consigue hacerlo invulnerable en todo su cuerpo, exceptuando el talón por donde lo sujetaba. La segunda versión cuenta que Tetis, a escondidas, exponía a su hijo al fuego y luego le curaba las heridas con ambrosía. Fue interrumpida en estos quehaceres por Peleo, que arrancó con violencia al niño de sus manos y éste quedó con un talón carbonizado. Tetis, enfurecida, abandonó a ambos. Peleo sustituyó el talón quemado de Aquiles por la taba del gigante Dámiso, célebre por su velocidad en la carrera. De ahí que se nombrara a Aquiles como ‘el de los pies ligeros’.

Alejandro Magno: su legado

En el mes de junio del año 323 a.C., debilitado por sus heridas, la fiebre y, tal vez, un exceso de alcohol, Alejandro Magno murió a la temprana edad de treinta y dos años.

Alejandro es uno de los grandes personajes más enigmáticos de la historia. Los historiadores, aun basándose en las mismas fuentes brindan distintas descripciones de él. Algunos lo pintan como un visionario idealista, y otros, como un ser maquiavélico y despiadado.




¿Como se concebía a sí mismo Alejandro Magno?
Se sabe que buscaba imitar a Aquiles, el héroe del poema la Ilíada de Homero. Bajo su almohada Alejandro tenía una copia de la Ilíada y una daga. También afirmaba ser descendiente de Hércules, el héroe griego al cual llegó a adorarse como un dios. Sin lugar a dudas, Alejandro aspiraba a recibir honores divinos; como faraón de Egipto se convirtió en un dios viviente, de acuerdo con la tradición egipcia e, incluso, en determinado momento, expidió instrucciones a las ciudades griegas para que lo declararan Dios.
 

Alejandría



El Imperio Macedonio
 Alejandría fue el nombre de varias ciudades que recibieron esta denominación por haber sido fundadas por Alejandro Magno o en su honor.

* Alejandría de Egipto. Fue fundada por Alejandro Magno en el año 332 aC, en una fertil región, con una estratégica situación portuaria, convirtiéndose pocos años después en el centro cultural del mundo antiguo.

* Alejandría de Aracosia, actual Kandahar, en Afganistán. La ciudad de Kandahar tiene sus orígenes en el siglo IV aC, cuando Alejandro Magno renombra la antigua ciudad de Kapisa (capital de la región de Aracosia) como Alejandría de Aracosia. El nombre actual parece una evolución del nombre que le diera Alejandro (Alexandria > Iskanderiya > Kandahar).

* Alejandría de Carmania, actual Kermán o Kirman, es la capital de la provincia de Kermán de Irán.

* Alejandría de Gedrosia

* Alejandría Bucéfala, en Pakistán, es la actual Jelapur. Alejandría Bucéfala fue una de las ciudades fundadas por Alejandro Magno. La ciudad recibió su nombre en honor al caballo favorito de éste, Bucéfalo.

* Alejandría Nicea, en Pakistán. Alejandro la fundó en 326 aC, conmemorando la victoria sobre Poros en la batalla del Hydaspes. La ciudad sobrevivió durante al menos 100 años.

* Alejandría del Indo, en Pakistán

* Alejandría Latmos, en Caria, Anatolia, también llamada Alinda. La ciudad fue miembro de la Confederación de Delos durante algún tiempo. Alejandro Magno llegó en 334 aC. Poco tiempo después, la ciudad fue rebautizada como Alejandría de Latmos, aunque antes del 81 aC recuperó su nombre anterior, ya bajo los romanos.

* Alejandría de Margiana, actual Merv, en Turkmenistán. Fundada por Alejandro Magno en 328 aC, fue destruida por los nómadas y reconstruida por Antíoco I Sóter, rey de Siria, poco después del año 293 aC, recibiendo entonces el nombre de Antioquía de Margiana.

* Alejandría del Cáucaso o Alejandría Paropamisos, después llamada Bagram, en Afganistán. La ciudad fue destruida por Ciro, restaurada por Dario, y posteriormente fortificada y reconstruida por Alejandro Magno, siendo llamada Alejandría del Cáucaso. Begram se volvió uno de las ciudades más importantes del Reino griego de Bactria.

* Alejandría de Partia o Alejandrópolis, en Irán

* Alejandría de Persis

* Alejandría Protasia, en la Drangiana, en Irán

* Alejandría de Cilicia, (Alejandreta, actual Iskanderun en Turquía). İskenderun conserva el nombre de la antigua Alexandria ad Issum, fundada por Alejandro Magno en 333 adC, aunque posiblemente no esté localizada en el mismo sitio.

* Alejandría de Oxiana (Alejandría del Oxo, Alejandría de Sogdiana o Alejandría de Bactriana), en Afganistán. Supuestamente fundada por Alejandro Magno a orillas del río Oxo (Amu Daria), en su confluencia con el Kokcha, y en el umbral del Subcontinente Indio. Fue uno de los focos del helenismo en Oriente durante casi dos siglos hasta su aniquilación por invasores nómadas hacia 145 aC.

* Alejandría de Susiana. Fundada por Alejandro Magno en el 324 aC, con el nombre de Alexandria ad Tigrim. Estaba emplazada cerca del Golfo Pérsico y de la desembocadura del río Tigris. Tras su destrucción por una riada, fue reconstruida por Antíoco V Eupátor en los años 164-162 aC, que la rebautizó con el nombre de Antioquía.

* Alejandría de Tróade o Alejandría Troas (Antigonia de Tróade), en Turquía. fue una antigua ciudad griega, portuaria, situada en la costa de la Tróade, en el noroeste de Asia Menor, que corresponde a la moderna Eski Istanbul. Estaba en la actual provincia de Çanakkale, en Turquía, enfrente de la isla de Bozcaada (antigua Ténedos). Fue fundada en el lugar de la antigua aldea de Sigeo y dotada de un puerto artificial, en 310 aC por el diádoco Antígono I Monoftalmos. Primero fue llamada Antigoneia, y reagrupaba el territorio de otras nueve aldeas o ciudades. Cuando Lisímaco, otro diádoco reemplazó a Antígono, dio a Antigoneia su nombre definitivo de Alejandría de Tróade, en honor de Alejandro Magno.

* Alejandría Escate (Alejandría de Escitia, Alejandría Extrema, Alejandría Última o Alexandreschata) es la actual Khodjent, en Tayikistán. Es una localidad cercana a la frontera con Uzbekistán y Kirguistán, fundada por Alejandro Magno en agosto del 329 aC.


* Alejandría de Aria, actual Herat, en Afganistán. A fines del 330 aC Alejandro Magno, capturó la capital de Aria que la llamó Artacoana (o Artacena «la pura»). La ciudad fue reconstruida y fue erigida la ciudadela de Alejandría. En realidad la fundación se ciñió a la parte baja de la ciudad.


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Las herejías

El término "herejía" viene del griego heresis (elección) que en la Sagrada Escritura aparece con el sentido de grupo o facción, o también de división. En este sentido adquirió ya un carácter negativo y condenatorio en los primeros tiempos de la Iglesia. El Código de Derecho Canónico, que norma la vida de la comunidad católica, señala que «se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma».

La herejía, por tanto, es la oposición voluntaria a la autoridad de Dios depositada en Pedro, los Apóstoles y sus sucesores y lleva a la excomunión inmediata o latae sententiae, es decir, a la separación de los sacramentos de la Iglesia.

No hay que confundir la herejía con la apostasía que es «el rechazo total de la fe cristiana», o con el cisma que es «el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos».

En la historia, ya desde el tiempo de los Apóstoles aparecieron las herejías como heridas a la unidad de la Iglesia, polarizando elementos de la doctrina cristiana y negando otros o sosteniendo visiones que pretendían unir sincréticamente la doctrina cristiana con otras religiones.

La Cruzada conta la herejía de los Cátaros

La cruzada albigense (denominación derivada de Albi, ciudad situada en el suroeste de Francia), también conocida como cruzada cátara o cruzada contra los cátaros, fue un conflicto armado que tuvo lugar entre los años 1209 y 1244, por iniciativa del papa Inocencio III con el apoyo de la Dinastía de los Capetos (reyes de Francia en la época), con el fin de reducir por la fuerza el catarismo, un movimiento religioso calificado como herejía por la Iglesia Católica Romana y asentado desde el siglo XII los territorios feudales del Languedoc; favoreciendo la expansión hacia el sur de las posesiones de la monarquía capetana y sus vasallos.

El catarismo es frecuentemente clasificado como una religión de carácter gnóstico y maniqueísta, especialmente inspirada en el movimiento de los bogomilos que surgieron en el siglo X en los Balcanes y con influencias litúrgicas del cristianismo primitivo. Tuvo un fuerte auge durante los siglos XII y XIII en Europa Occidental donde llegaron a ser conocidos también como albigenses, en alusión a la ciudad de Albi donde residía algunas de de las mayores comunidades cátaras, junto con otras establecidas en el norte de Italia, en el reino de Aragón y condado de Barcelona, aunque su enclave principal se encontraba en la región del Languedoc, en el sur de la actual Francia. Se implantó principalmente en los burgos, poblaciones complejas en las que coexistían los Señores, caballeros, burgueses y gente del pueblo; pueblos y ciudades con talleres, artesanos y comercio