Alejandro Magno y el Imperio Macedonio

Alejandro Magno

La figura de Alejandro Magno quizá sea de las más atractivas de la Historia. En sus treinta y tres años de vida consiguió conquistar el mayor Imperio alcanzado hasta ese momento, dominando la mayor parte del continente asiático. Sus hazañas le han convertido en un mito y, en algunos momentos, en casi una figura divina, posiblemente por la profunda religiosidad que manifestó a lo largo de su vida.
Hijo del rey Filipo II de Macedonia, nació en el mes de agosto de 356 a.C. Fue educado en una academia, en la ciudad de Mieza. Una vez formado, Alejandro fue puesto bajo la tutela de Aristóteles, quien continuó con la educación griega que estaba recibiendo. Paralelamente a esta formación académica, continuó con su formación atlética y militar.
Durante la ceremonia de casamiento de su hermana Cleopatra, su padre Filipo era asesinado, lo que motivaría el ascenso de Alejandro al trono en al año 336 a.C.




 

A los 20 años Alejandro ostentaba los cargos que fueron anteriormente de su padre: comandante supremo de la Liga Helénica, comandante en jefe de la Liga de Corinto y presidente de la Liga Tesalia. De esta manera se ponía de manifiesto que el joven rey era el dueño absoluto de Grecia, continuando la política expansionista de su padre. Su siguiente objetivo es la conquista de Asia, teniendo en los persas por enemigo.

El Imperio Macedonio
En la primavera de 334 a.C. Alejandro salió de la ciudad de Pella, capital de Macedonia, y durante once años se dedicará a conquistar todas las regiones de Asia, una de las empresas más complicadas de la Historia Antigua. Antípatro queda como regente de Macedonia, provocando una manifiesta tensión con Olimpia, su madre.

La primera victoria sobre los persas tuvo lugar en la batalla de Gránico, en junio de 334. Alejandro obtenía además una importante victoria moral y el apoyo de algunas ciudades griegas de Asia. Ocupó la ciudad de Éfeso y residió en ella por un tiempo; escuchó la historia del templo de Artemisa y descubrió que había sido destruido la misma noche en que había nacido él. Al parecer fue esta coincidencia la que le impulsó a reconstruir el templo, durante el tiempo que permaneció en Éfeso instaurando un gobierno democrático. Una vez terminado, el nuevo templo (el tercero) contó con un retrato del propio Alejandro, pintado por Apeles, el más famoso pintor griego

En abril del año 333 Alejandro llega a la ciudad de Gordion donde existía una curiosa leyenda: Quien desatara el nudo del yugo del carro de Midas se convertiría en el dueño de Asia. Sacando su espada, Alejandro cortó el nudo. Esta anécdota, quizá falsa, será aprovechada como propaganda de las futuras conquistas a realizar. Desde allí se encaminará hacia el sur llegando a la ciudad de Tarso donde Alejandro cae enfermo, tras tomar un baño frío cuando estaba agobiado por el calor.


La siguiente campaña se inició tras el paso de las Puertas Cilicias que franqueaban el acceso hacia la costa fenicia y Mesopotamia. En noviembre del año 333 tuvo lugar la famosa batalla de Issos, en la que las tropas persas eran dirigidas personalmente por el rey Darío III Codomano pero un error táctico y la valentía de los helenos dieron la victoria definitiva a Alejandro. Darío huyó mientras su familia era capturada. En Damasco se hizo con el tesoro real persa, aportando una necesaria inyección económica a los escasos fondos con que contaba Alejandro.

Alejandro dirigió sus pasos hacia Fenicia y Palestina. Desde Palestina pone rumbo a Egipto, donde fue recibido como un auténtico héroe ya que les liberaba de la sumisión persa, especialmente en el plano religioso. Se hizo cargo del gobierno, nombrándose faraón. En el delta, Alejandro fundaba la famosa ciudad de Alejandría, la primera que llevaría su nombre.
Una vez dueño de Egipto, decidió emprender la acción más impactante de su aventura asiática: tomar el corazón del Imperio Persa. Se dirigió hacia el curso alto del Eufrates y llegó hasta el Tigris sin apenas encontrar resistencia. El rey persa pasó a la ofensiva y organizó un potente ejército. En el mes de octubre del año 331 tuvo lugar la definitiva batalla de Gaugamela. Alejandro atacó el centro de las tropas persas, provocando la huida de Darío y una desbandada generalizada.

La nobleza persa veía como su rey era vencido por segunda vez consecutiva y decidió prescindir de él. Darío fue asesinado. En Babilonia fue recibido como un libertador y colmado de honores. Desde allí se dirigió a Susa y Persépolis, las capitales imperiales. Persépolis fue incendiada en un gesto difícil de entender. La captura del tesoro real permitió la contratación de nuevos mercenarios, dirigiéndose hacia un nuevo objetivo: la ciudad de Ecbatana.


Allí licenció las tropas griegas de la Liga de Corinto aunque la expedición conquistadora continuaba. Las satrapías superiores de Bactriana y Sogdiana serán los siguientes objetivos ya que hacía allí se habían dirigido los asesinos de Darío.


Esta parte de la campaña militar de Alejandro será la más complicada debido al rigor del clima, los ataques de las tribus montañesas en forma de guerrilla y lo desconocido del terreno. La dureza del avance provocó una sensación de descontento entre las tropas macedonias, aumentando el ambiente contrario al rey, reflejado en las crecientes conjuras contra Alejandro que se empiezan a desarrollar.


Los territorios más septentrionales del Imperio Persa eran ocupados en el 328, alcanzando la frontera del río Jaxartes. Desde allí Alejandro decidió descender hasta la India. Para ello reforzó con tropas persas su contingente militar, cada vez más cansado y mermado de sus originales efectivos. Se alió con algunos reyes indios para facilitar la conquista del territorio aunque no consiguió reducir la dureza de la campaña debido la pertinaz resistencia de los indígenas.

Pero las tropas estaban cansadas tras más de ocho años de aventura por lo que el regreso se convertía en la mejor medicina para todos, excepto para Alejandro. Siguiendo el curso del Hífasis llegaron hasta la ciudad de Patala, luchando duramente con los indígenas y sufriendo la rebelión de los reyezuelos anteriormente sometidos.
Desde Patala se organizó el regreso, dividiéndose el ejército en tres cuerpos dirigidos por Crátero, Nearco -quien costearía con una flota el territorio hasta el Golfo Pérsico - y Alejandro.

A punto de cumplir los 33 años, el 30 de junio de 323 a.C., fallecía Alejandro en Babilonia. Las posibles causas de su muerte: envenenamiento promovido por su anterior maestro, Aristóteles, malaria o leucemia.


Tras de sí Alejandro dejaba una serie de proyectos de expansión, siendo el más importante el control de la península Arábiga, fundamental para el comercio de especias. El inmenso territorio conquistado será dividido a su muerte entre sus generales, abriéndose el periodo conocido como Mundo Helenístico.



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