El Templo de Artemisa en Éfeso



El Templo de Artemisa, en Éfeso
  La ciudad de Éfeso, a orillas del mar Jónico y junto a la desembocadura del río Pequeño Meandro (Caystros o Küçük Menderes) ha sido desde siempre un centro de culto a la diosa Artemisa, llamada después Diana por los romanos. Se trata de la soberana de la naturaleza selvática y de los animales salvajes, y suele representársela acompañada por una cierva y armada de arco y flechas.

Desde muy antiguo, existía un templo dedicado a la diosa. Pero en el siglo VII a. de C., la ciudad sufrió el ataque de los sumerios y aunque se resistió, no se pudo evitar que el templo se incendiara y fuera destruido.

Casi toda la Jonia pasó a manos del rey de Lidia: Creso, el mismo que ha inventado esos nuevos y extraños discos de metal llamados "creseidas" que van a hacer las veces de moneda. Creso fue un protector de sabios y artistas, el mismo Esopo ha pasado por su corte, y se propuso levantar un nuevo templo a Artemisa, mejor que el anterior. Para ello se lleva a cabo una suscripción pública; todos los ciudadanos donaron algo de dinero para el templo nuevo.


 

Finalmente el templo se levanta. Cuenta con 127 impresionantes columnas de 20 metros de altura, algo descomunal para su época, y cuenta con esculturas de Escopas.
Este templo ilumina la ciudad de Éfeso durante dos siglos. Sin embargo, llega la tragedia: en el año 356 a. de C., el pastor Eróstrato destruye el templo incendiándolo, por puro afán de fama.


Cuando alrededor de veinte años después, Alejandro Magno ocupó la ciudad de Éfeso y residió en ella por un tiempo, escuchó la historia del templo de Artemisa y descubrió que había sido destruido la misma noche en que había nacido él. Al parecer fue esta coincidencia la que le impulsó a reconstruir el templo, durante el tiempo que permaneció en Éfeso instaurando un gobierno democrático. Una vez terminado, el nuevo templo (el tercero) contó con un retrato del propio Alejandro, pintado por Apeles, el más famoso pintor griego. Aunque el templo de Artemisa no recuperó jamás su pasado esplendor, al menos su antigua fama le valió una pronta reconstrucción.


Ruinas del Templo de Artemisa en Éfeso
 Finalmente, el gran templo fue destruido por las invasiones godas, terremotos, y saqueadores. Hoy, sólo una solitaria columna permanece de esta estructura en algún tiempo gloriosa.







 
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