El Reino de Jerusalén y Las Cruzadas




Escudo de Armas
del Reino de Jerusalén
 La Primera Cruzada fue convocada por el Papa Urbano II en el año 1095. Su principal objetivo era la conquista de los Santos Lugares. El Reino como tal nació con la toma de Jerusalén en 1099. Godofredo de Bouillon, duque de Lorena y uno de los principales jefes de la Cruzada, fue elegido como primer rey. No obstante, rehusó tomar dicho título; en su lugar, eligió el título de Advocatus Sancti Sepulchri (Defensor del Santo Sepulcro).

Godofredo murió en 1100. Su hermano y sucesor, Balduino I, se inclinó claramente por una monarquía secular al estilo de las de Europa occidental.

Balduino no era tan escrupuloso como su hermano, y se hizo coronar rey de Jerusalén. Balduino extendió con gran éxito las fronteras del reino, conquistando los puertos de Acre (1104), Beirut (1110) y Sidón (1111), al mismo tiempo que ejercía su soberanía sobre otros estados cruzados: el Condado de Edesa, el Principado de Antioquía, y el Condado de Trípoli. Las flotas de las ciudades-estado italianas de VeneciaPisa Génova ayudaban a la toma de los puertos, donde posteriormente se les concedían barrios en los que tenían gran autonomía económica. Durante su reinado se estableció la Orden de los Caballeros Templarios.





Los Estados Cruzados
 Balduino I murió sin herederos en 1118, y se inició un período de alianzas matrimoniales e intrigas palaciegas. En 1147 llegó a Tierra Santa una Segunda Cruzada, que acabó derrotada en 1148 en el desastroso asedio de Damasco.

En 1162 el reino fue heredado por su hermano Amalarico I, quien se caracterizó por la lucha encarnizada por el control de Egipto, en poder de Nur al-Din y su astuto subordinado Saladino. Amalarico no consiguió conquistar Egipto y Nur al-Din obtuvo la victoria, estableciéndose Saladino como sultán de Egipto. Tanto la muerte de Amalarico como la de Nur al-Din en 1174 afianzaron el dominio de Saladino, cuyo gobierno se extendió rápidamente rodeando completamente el reino cruzado.

A Amalarico le sucedió su hijo Balduino IV, enfermo de lepra desde la infancia. Durante su reinado el estado comenzó a colapsarse internamente. Derrotó a Saladino en la batalla de Montgisard en 1177, dando un respiro a Jerusalén frente a los continuos ataques de Saladino. Hacia 1180 la salud de Balduino era cada vez peor. En 1183 los nobles obligaron a que el hijo de su hermana Sibila, Balduino V, fuese coronado como co-príncipe reinando junto con su tío Balduino IV, decidiéndose que al morir este su sobrino le heredaría.


Balduino IV murió en 1185, y Balduino V heredó el reino, pero murió al año siguiente. El reino entonces fue heredado por su madre Sibila, casada con Guido de Lusignan. Éste demostró ser un pésimo gobernante. Su mejor aliado, Reinaldo de Châtillon, señor de la Transjordania y de la fortaleza de Kerak, provocó a Saladino llevándole a una guerra abierta al atacar caravanas musulmanas y amenazando la propia Meca mediante ataques piratas a los barcos de peregrinos. El ejército del reino fue vencido totalmente en la batalla de los Cuernos de Hattin. Saladino reconquistó la totalidad del reino, a excepción del puerto de Tiro que consiguió defenderse dirigido por Conrado de Montferrato.

La toma de Jerusalén en octubre de ese año conmocionó a Europa, lo que sirvió para que se llevara a cabo la Tercera Cruzada que llegó a las costas de Tierra Santa en 1189, liderada por Ricardo Corazón de León y Felipe II de Francia. La mayor parte de las ciudades costeras de Siria fueron nuevamente conquistadas por las Cruzados, en especial la ciudad de Acre, tras un largo asedio en el que el Patriarca Heraclio, la reina Sibila y otros muchos murieron de una epidemia. La sucesión pasó a Isabel, la hermanastra de la reina Sibila.


Felipe regresó a Francia. Ricardo derrotó a Saladino en 1191 y en 1192, pero sin embargo no pudo recobrar Jerusalén ni tampoco territorio alguno del interior del reino. La Cruzada llegó a su fin pacíficamente, con el Tratado de Ramla; Saladino autorizó el peregrinaje a la ciudad de Jerusalén. Los Cruzados nativos nobles reconstruyeron lo que quedaba del reino desde la ciudad de Acre y otras ciudades costeras.

El Reino de Acre
Durante los cien años siguientes, el Reino de Jerusalén se mantuvo en vida como un reino diminuto en la costa siria. Su capital fue Acre, y apenas incluía un par de ciudades destacadas (Beirut y Tiro), así como soberanía sobre Trípoli y Antioquía. Saladino murió en 1193. Se fraguó la Cuarta Cruzada, pero fue un fracaso absoluto, ya que no se hizo contra los infieles sino contra los propios cristianos, y finalizó con la toma y saqueo de Constantinopla en 1204, y ni uno solo de sus cruzados llegó al Reino de Jerusalén.


Los Reyes de Jerusalén

Isabel y su esposo Amalarico murieron en 1205 y una niña menor de edad, María, hija de Isabel y Conrado de Montferrato, se convirtió en la reina de Jerusalén. Se hicieron planes para recuperar Jerusalén conquistando previamente Egipto, lo que se intentó mediante la fallida Quinta Cruzada contra Damieta en 1217.


Federico II Hohenstaufen se casó con Yolanda, la hija de María. Federico llevó a cabo la Sexta Cruzada en 1228, y reclamó el Reino de Jerusalén en nombre de su esposa.

Sorprendentemente, Federico II consiguió recuperar Jerusalén mediante un tratado con el sultán ayubí al-Kamil. Dicha recuperación fue efímera ya que en 1244 la ciudad nuevamente fue reconquistada por los ayubíes. Se llevó a cabo una nueva Cruzada (la Séptima) bajo el mandato de Luis IX de Francia, pero sus resultados fueron casi nulos a excepción de que consiguió que los ayubíes fueran reemplazados por los mamelucos, mucho más poderosos y que se convirtieron en 1250 en los peores enemigos de los cruzados.

El título de Rey de Jerusalén fue heredado por Conrado IV el Germánico, hijo de Federico II y Yolanda, y después por el hijo de aquél, Conradino. Con la muerte de Conradino el reino pasó a Hugo III de Chipre. El reino se enzarzó en disputas entre los nobles de Chipre y la tierra firme, entre lo que quedaba de los nobles del Condado de Antioquía y Condado de Trípoli (ahora unificados) y cuyos gobernantes rivalizaban por ser los que más influían en Acre, y, por otra parte con las ciudades estado italianas y sus intereses comerciales. Después de la Séptima Cruzada ya no llegaba desde Europa ningún ejército al reino, aunque en 1277 Carlos de Anjou compró el título de Rey de Jerusalén a un pretendiente al trono. Nunca puso un pie en Acre pero sí envió un representante, quien, al igual que los representantes de Federico II anteriormente, fue rechazado por la nobleza de Ultramar.
Los mamelucos, bajo la égida del sultán Baibars, atacaron el Reino, prácticamente indefenso, conquistando una a una las pocas ciudades que le quedaban, hasta llegar a Acre que cayó en 1291.

Así, el Reino de Jerusalén desapareció de la Tierra Santa, pero los reyes de Chipre durante décadas urdieron planes para volver a Tierra Santa, planes que nunca se llevaron a cabo. Durante los siglos siguientes y hasta la fecha, una ingente cantidad de monarcas europeos han utilizado el título de Reyes de Jerusalén.


 
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1 comentario:

Anónimo dijo...

me parece interesante y productivo