Grandes exploradores: Aimé Bonpland

Aimé Bonpland
Aimé Jacques Alexandre Goujaud Bonpland (firmaba Amadeo o Amado en los países hispanohablantes), nació en La Rochelle, Francia, el 28 de agosto de 1773 y murió en Santa Ana, actual poblado de Bonpland en la provincia de Corrientes, Argentina, el 10 de mayo de 1858. Fue un naturalista, médico y botánico francés, célebre por la expedición a América que realizó junto a Alexander von Humboldt.


Breve reseña biográfica
Su verdadero nombre era Aimé Jacques Alexandre Goujaud, aunque era conocido como Bonpland (Bon-Plant= Buena Planta), debido al apodo que le dio su abuelo a su padre, al enterarse aquél del nacimiento de su hijo, en sus viñedos de Saint-Maurice, en las afueras de La Rochela y que al cabo de una generación, reemplazó definitivamente su verdadero apellido.



En 1791 viaja a París a seguir estudios de medicina; allí nace su dedicación a la ciencia y especialmente a la botánica. En 1796 se traslada a Rochefort y se inscribe en la Escuela Naval de Medicina hasta obtener el grado de cirujano de tercera clase. Enviado a Tolón, se emplea por varios meses en el servicio de los hospitales marítimos de ese puerto y trabaja como ayudante de cirujano en el vapor Ajax.

Al año siguiente regresa a París, obtiene su doctorado y continúa sus estudios de ciencias naturales al lado de eminentes naturalistas y botánicos. Es uno de ellos, Antonio Jussieu, quien lo recomienda junto con Alejandro de Humboldt para integrar la expedición científica que estaba organizando el gobierno francés por la América del Sur y África, empresa que no se ejecutó. Sin embargo, ellos no abandonan la idea de la expedición y realizan las diligencias pertinentes para emprender el viaje. Parten a España y consiguen permiso del rey Carlos IV para visitar los dominios americanos. Entre 1799 y 1804, Humboldt y Bonpland viajaron juntos por España, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Cuba, México y los Estados Unidos.

Bonpland reunió y depositó en el Jardin des Plantes de París un herbario de 60.000 plantas, 6.000 de las cuales eran desconocidas en Europa.

Como resultado de su viaje exploratorio, publicó cuatro volúmenes sobre plantas en la obra Voyage aux régions equinocciales du noveau continent fait en 1799 - 1804 y, en colaboración con Humboldt, los siete volúmenes de Nova genera et spacies plantarum.
Bonpland también elaboró una notable colección de insectos, que fueron estudiados por el entomólogo francés Latreille y publicados en la Colección de Observaciones de Zoología y Anatomía Comparada, en 1811.

En 1805, la Emperatriz Josefina Bonaparte lo nombra Intendente de la Malmaison, famosa residencia de campo rodeada de numerosas plantas exóticas. Bonpland permaneció al servicio de la Malmaison hasta 1814, fecha en la que murió la emperatriz. Por esa época ambos viajeros conocen a Simón Bolívar, el futuro Libertador, a su paso por París. En 1814, al morir la emperatriz, Bonpland deja su cargo y madura la idea de regresar a América.

Contratado por el dirigente de la revolución del Río de la Plata, Bernardino Rivadavia, decide viajar a Buenos Aires, ciudad a la que llega el 26 de noviembre de 1816, con su familia y el ofrecimiento de ser profesor en la Facultad de Medicina y en el Museo de Historia Natural. De regreso a América Bonpland se establece en Buenos Aires en donde continua su vida de aventuras. Trae de Europa lo necesario para fundar un jardín botánico y un Museo de Ciencias Naturales, pero las necesidades de la guerra de independencia impidieron que este proyecto se concretara. En Buenos Aires ejerce su profesión de médico durante tres años. Y en 1820 estableció su cuartel en Corrientes, de donde partían sus múltiples expediciones con fines científicos.

En 1821 establece una colonia en Santa Ana, (hoy en la Provincia de Corrientes, Argentina), territorio que en ese entonces era disputado entre Paraguay y Argentina, para cultivar y elaborar yerba mate (Ilex Paraguariensis), La comercialización de la yerba mate era un monopolio del Paraguay y la colonia fue establecida sin permiso del gobierno paraguayo. Por consiguiente, el Dictador Supremo José Gaspar Rodríguez de Francia de la República del Paraguay, ordena la destrucción de la colonia y el arresto y detención de Bonplant a quien asigna residencia en Santa Maria, (hoy en el Departamento de Misiones, Paraguay) sin posibilidad de viajar durante diez años; durante los cuales ejerce su profesión de médico y se ocupa de agricultura y ganadería, y de industrias menores.

Durante su cautiverio muchas personalidades e instituciones tratan de conseguir su libertad, entre ellos el propio Simón Bolívar quien incluso había amenazado con invadir el Paraguay en caso de seguir el dictador reteniendo al científico, cuya libertad recién recupera en 1831.
Una vez libre, Bonpland se dedica a recorrer las misiones brasileras, se establece por corto tiempo en Buenos Aires y luego en San Borja, donde continúa con sus investigaciones botánicas; regresa a Corrientes y se dedica al cuidado de una estancia, que después deja para seguir recorriendo el territorio fronterizo entre Argentina, Uruguay y Brasil: Las Misiones Centrales del Paraguay.
Notablemente, Bonpland se encariña del Paraguay. Se unió con María, hija de un cacique, con quien tuvo dos hijos; tanto fue su aquerenciamiento que al ser liberado llora por no querer dejar la tierra.
Se instaló entonces en 1831 en la actual provincia argentina de Corrientes y luego en 1838 definitivamente en Santa Ana. Reanuda entonces sus actividades científicas y colonizadoras y realiza viajes a Buenos Aires, Montevideo, Brasil, -e incluso vuelve al Paraguay en 1857, invitado por Madama Lynch-, pero regresando siempre a su residencia de Corrientes, a cuyo pueblo debo atenciones sin número, como lo expresa pocos años antes de su muerte, con motivo de encargársele la organización y dirección de un museo. En 1854, ya octogenario, fue nombrado "Director del Museo de la Provincia de Corrientes".

Los últimos años de su vida, los pasa en ”El Recreo” en Santa Ana (actual Bonpland, y antigua cabecera de Paso de los Libres), falleciendo el 11 de mayo de 1858 acompañado por su hija Carmen.
El archivo de Bonpland quedó en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires.
Recibe cristiana sepultura en la localidad de Restauración (hoy Paso de los Libres, Argentina), en el "Cementerio de la Santa Cruz".



Viaje de Bonpland y Humboldt por América
El botánico Aimé Bonpland y su compañero de aventuras, Alexander von Humboldt, partieron de España desde el puerto de la Coruña, el 5 de junio de 1799, evadiendo barcos de guerra británicos que bloqueaban la costa. Regresaron a Europa vía el puerto francés de Burdeos cinco años después, el 3 de agosto de 1804. Sea cual fuere el itinerario que tuvieron en mente al partir, pronto se esfumó en un laberinto de accidentes y circunstancias fortuitas que acompañaron al viaje. Junto con sus logros científicos multifacéticos, estaba su alegre manejo de peligros asombrosos, incomodidades y contratiempos (varias veces se les anunció muertos en algunos periódicos europeos y estadounidenses), lo que hizo de sus viajes toda una sensación para el público estadounidense y europeo en esa época.

Junio de 1799–diciembre de 1800: Venezuela
Después de una escala en las islas Canarias, la nave de Humboldt se dirigió a Cuba. Pero la tifoidea se desató a bordo mientras el barco se aproximaba a la costa sudamericana, y el capitán, en pánico, desembarcó en Cumaná, Venezuela. En este cambio repentino de planes, Humboldt y Bonpland aprovecharon la oportunidad, los siguientes 16 meses, de viajar 1.500 millas por el interior de Venezuela y recolectar cerca de 5.000 especímenes de flora, 3.000 de los cuales eran desconocidos para la botánica europea. Entre los fenómenos que Humboldt estudió de cerca, estaban el uso del hule natural y la fisiología de la anguila eléctrica. Él llevó el veneno curare a Europa por primera vez. Sus viajes, después de cruzar los grandes llanos (sabanas) del interior venezolano, lo llevaron a la espectacular anomalía hidrográfica del Casiquiare, un canal natural que une al río Orinoco de Venezuela con el río Negro en la cuenca brasileña. Aquí, Humboldt observó petroglifos en lo alto de un risco que dominaba al río Negro, lo que hizo nacer su fascinación con las culturas precolombinas y su convicción de que, lejos de ser gente primitiva, las tribus del Nuevo Mundo representaban sociedades avanzadas que habían tenido contacto marítimo transoceánico y habían degenerado. Humboldt realizó cuidadosas observaciones de singularidades astronómicas —incluyendo un eclipse solar en octubre y una lluvia de meteoritos en noviembre de 1799, una de las más grandes de que se tenga registro—, junto con observaciones precisas de un terremoto y amplias anotaciones de lo que llamó “mareas atmosféricas”: un aumento y descenso en la temperatura y las mediciones barométricas en cuatro oscilaciones diarias, exactamente a la misma hora, a una completa variación con el calor normal del día (“El mercurio baja de las 9 en punto de la mañana hasta las 4 de la tarde. Entonces, sube hasta las 11, cae de nuevo hasta las 4:30, y sube hasta las 9”).

Diciembre de 1800–marzo de 1801: Cuba
Después de un arriesgado viaje de 25 días, Humboldt y Bonpland desembarcaron en La Habana, Cuba, la “perla de las Antillas Españolas”. También era la capital del esclavismo en la región, controlado sobre todo por los británicos, y Humboldt recabó estadísticas que constituyeron uno de los cuerpos acusatorios de la esclavitud más devastadores que se hayan reunido. “Sería fácil probar”, escribiría Humboldt más tarde, “que en todas las Indias Occidentales, ahora quedan apenas unos 2.400.000 negros y mulatos (libres y esclavos), de los casi 5.000.000 de africanos que se trajeron de 1670 a 1825. Estos cálculos sobre el consumo de la raza humana no incluyen el número de esclavos desafortunados que perecieron en el camino o que fueron arrojados al mar como mercancía dañada”. Humboldt crítico con dureza la escuela británica de Adam Smith por nombre, por presentar la “mayor de las iniquidades” como un “beneficio universal”. Humboldt pensó dirigirse después a los Grandes Lagos de los EU, bajar, y hacer un mapa del Mississippi, atravesar México, e ir a la Filipinas. Pero justo en ese momento llegó a sus manos un periódico que decía que la expedición francesa que casi partiera hacía dos años con Humboldt a bordo desde Francia, se había reorganizado bajo el mando del capitán Baudin, y estaba por zarpar hacia Sudamérica y los Mares del Sur. Humboldt decidió alcanzarlo en Lima, Perú. Así que se dirigió de vuelta a Sudamérica.

Marzo de 1801–marzo de 1803. Sudamérica
A su llegada a Cartagena, Colombia, los dos viajeros se embarcaron en lo que se alargaría a dos años de viaje por la “columna vertebral de Sudamérica”, el gran corredor de volcanes conocido como los Andes. Aquí florecieron el conocimiento y las investigaciones de Humboldt en la geografía de las plantas, los fenómenos volcánicos de todo tipo —ahí rompió de forma definitiva con la escuela “neptunista” de geología, que sostenía que toda la formación de rocas era fundamentalmente sedimentaria—, y de las múltiples facetas de la historia, la arqueología y la etnografía de las civilizaciones indias americanas. También dominó el montañismo de altura y estableció una marca mundial en las laderas del Chimborazo, en Ecuador, que nadie superó por 30 años.
Fue en Quito, Ecuador, en junio de 1802, que Humboldt descubrió que su esfuerzo por alcanzar la expedición de Baudin fue en vano; Baudin regresó al este por el Atlántico Sur, para circunnavegar el globo vía África, en vez de hacerlo por el oeste, vía la costa del Pacífico de Sudamérica.
Tras sus hazañas de montañismo, los viajeros se encaminaron hacia el sur, cruzando la Cordillera de los Andes, a las tibias aguas del Amazonas por un corto tiempo; y volviendo a cruzar entonces hasta Cajamarca, donde Humboldt vio que la aguja de su compás se balanceaba de norte a sur: fue la primera determinación de un valor exacto (en la inclinación de la aguja) para el “ecuador magnético”, y serviría como norma mundial de la medición por 35 años.
Poco después, en las montañas de Trujillo, Perú, los viajeros vieron por primera vez el Pacífico. Pasaron 2 meses aburridos empacando y enviando sus colecciones a México y Europa, pero Humboldt aprovechó el tiempo para realizar observaciones del tránsito de Mercurio cruzando el Sol, para establecer con exactitud la longitud del puerto de Lima, Callao, también por primera vez.
Humboldt decidió proceder de ahí a la más avanzada de las posesiones españolas en las Américas, la Nueva España (México). Viajando en barco, en una escala en Guayaquil, Ecuador, hizo mediciones de la gran corriente fría de esa parte de la costa sudamericana, que viene del norte, misma que desde entonces se conoce en la geografía mundial como la Corriente de Humboldt; a pesar de las propias protestas reiteradas de Humboldt de que de ningún modo él la había descubierto, sino que sólo la había investigado.

Marzo de 1803–abril de 1804: México
Bonpland, Humboldt y su acompañante Carlos de Montúfar, hijo del gobernador de la provincia de Quito, que se había unido a la expedición en los Andes, viajaron relativamente poco en México, en relación a las grandes distancias de las fases anteriores de la expedición. Pero Humboldt llevó a cabo la investigación más completa de todo el viaje, con un acceso sin precedentes a los archivos del virreinato concernientes a sus recursos naturales, su gobierno, sus ingresos y egresos, y mucho más. Sus viajes personales lo llevaron a centros de minería en Taxco, Real del Monte y Guanajuato, en compañía de sus viejos amigos de la Escuela de Minería de Freiburg.
Y no podía pasar por alto los grandes volcanes de México, entre ellos el volcán Jorullo que empezaba a nacer levantándose en unos campos de maíz desde hacía sólo unos 40 años antes. El resultado fue un tratado de geografía política que estableció una norma mundial para ese tipo de escritos en la época: Ensayo político del reino de la Nueva España.

Abril de 1804–agosto de 1804: Cuba y los EU
Humboldt había pensado seguir hacia el oeste desde México para completar la circunnavegación del globo. Pero, en cambio, se dirigió a Europa. Sus razones, como lo expresara en una carta de la época, fueron: “El estado lamentable de nuestros instrumentos, lo vano de nuestros esfuerzos por remplazarlos, la imposibilidad de reunirnos con el capitán Baudin, la falta de un barco que pudiera llevarnos a las islas encantadas del Pacífico Sur, pero sobre todo la urgente necesidad de emparejarnos con el rápido avance de la ciencia que debió haber durante nuestra ausencia, son los motivos para abandonar nuestro proyecto de regresar vía las Filipinas y por el Mar Rojo a Egipto. . .”
En cambio, después de un breve alto en La Habana, se desvió para ver los EU de América y a su presidente, Thomas Jefferson.

El remate a la gran expedición americana fue una visita a los Estados Unidos, donde Humboldt ya era considerado como investigador y científico. Su visita fue aprovechada por el presidente Thomas Jefferson, quien lo tuvo tres semanas como "huésped" en Washington DC y Filadelfia. Además de sondear las ideas de su huésped acerca de los límites de estadounidenses con relación a los ríos Sabina o Grande y un canal interoceánico, Jefferson ordenó al Secretario del Tesoro, Albert Gallatin hacer copias de los mapas y otros materiales del científico.

Finalmente vería costas europeas de nuevo el 3 de agosto de 1804.
Ya en París los expedicionarios son recibidos con grandes honores; ambos se dedican a ordenar y analizar el material recolectado. Publican varias obras de manera conjunta, la más importante de las cuales es el Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente, aparecida en francés, en 13 volúmenes, entre 1816 y 1831.
Según su gran amigo Simón Bolívar, Humboldt y Bonpland fueron los redescubridores de América Latina, registraron y describieron tantas especies desconocidas que la visión de ese continente cambió radicalmente después de su mítico viaje.

Fuente:

No hay comentarios: