Carlomagno



Carlos I el Grande, llamado Carlomagno, nació probablemente el 2 de abril de 742 y murió el 28 de enero de 814. Fue Rey de los Francos (768 – 814), rey nominal de los lombardos (774 – 814) y Emperador de Occidente (800 – 814).


Carlomagno
 El sitio exacto de su nacimiento se desconoce, pero es muy probable que fuera en algún lugar de Renania. Era hijo natural de Pipino el Breve. Bertrada de Laon, su madre, a quien Pipino el Breve hizo luego su esposa oficial legitimando así a Carlomagno, lo educó en la práctica de la misericordia cristiana. Fue nieto de Carlos Martel, quien inició una ambiciosa política de expansión territorial, que lo enfrentó a germanos, bizantinos y musulmanes.

En un intento por restaurar el antiguo Imperio Romano de Occidente, Carlomagno se hizo proclamar emperador por el papa León III el día de Navidad del año 800 en la iglesia de San Pedro, en Roma.




El auge del Imperio de los Francos
 En política exterior, Carlomagno emprendió una serie de agresivas campañas militares destinadas a expandir sus fronteras. De esta manera sometió a los lombardos, haciéndolos desaparecer de la Historia. En España, peleó contra los árabes e incluso intentó apoderarse de Zaragoza en 778, capital de la Marca Superior de Al-Ándalus, pero fracasó y debió conformarse con crear, años después, gracias al genio militar de Guillermo de Tolosa, la Marca Hispánica en el norte de Cataluña, Aragón y Navarra, llevando así la frontera sur hasta el Ebro. En Alemania, sometió a los sajones -tras enfrentarse a una difícil guerra de guerrillas que duró tres décadas en la que demostró su temple, persistencia y astucia política- y guerreó hasta en Hungría, donde su paladín Eric de Friuli aniquiló a los ávaros para siempre y tomó para Carlomagno el inmenso tesoro que habían acumulado durante dos siglos de correrías y saqueos.

El 25 de diciembre del año 800, el Papa León III coronó en Roma a Carlomagno Emperador de Occidente, bajo la fórmula Romanum gubernans Imperium. Esto motivó el inmediato enfriamiento de sus relaciones con el Imperio Bizantino. En cambio, el Califato Abasida, enemigo mortal del Imperio Bizantino, le dio su amistad y envió una embajada a Aquisgrán, la capital de Carlomagno. Sin embargo, gracias a que Bizancio estaba pasando por un período de extrema debilidad por las interminables luchas intestinas entre iconoclastas e iconódulas y los ataques de los búlgaros y el Califato de Bagdad, el emperador bizantino Miguel I Rangabé reconoció en 812 a Carlomagno como Emperador de Occidente a través de un tratado firmado en Aquisgrán.


Estatua de Carlomagno,
en Frankfurt am Main
 Estableció el condado como unidad administrativa básica del imperio, a cargo de un conde, y fundó varias marcas (llamados burgos), cada una de las cuales estaba al mando de un marqués. Al mismo tiempo creó un cuerpo de inspectores, los missi dominici, encargados de inspeccionar y en lo posible someter a obediencia a los nobles y las autoridades locales.

Fue un adalid de la cultura, creando la Escuela Palatina en Aquisgrán. Uno de los logros más importantes por sus consecuencias fue la creación de la letra carolingia, una tipologia clara y uniforme que permitió que varios libros fueran copiados en los monasterios de una manera sistemática y que así se hayan preservado importantes obras que de otra forma se hubieran perdido.

Durante su reinado se manifiestó un importante renacimiento cultural al proteger a importantes personajes como Alcuino de York, quien se convirtió en uno de los principales impulsores de la cultura carolingia. El propio Carlomagno cultivó las artes liberales, especialmente la astronomía. También se intereso por la labor legislativa al unificar y completar las leyes francas al tiempo que ordenó la recopilación de todas las leyes de los pueblos que estaban bajo su mando. Al igual que los emperadores romanos Carlomagno también se preocupó por desarrollar una importante labor constructiva con la que demostrar la grandeza de su reinado como podemos constatar en los magníficos palacios de Aquisgran y su capilla palatina o la construcción de iglesias en todos los rincones de su reino.

Estandarte de Carlomagno
El sistema funcionó bien en vida de Carlomagno, gracias a su prestigio y su mano de hierro, pero una vez fallecido, su sucesor, el débil Ludovico Pío, fue incapaz de contener la desintegración del Imperio, que se dividiría definitivamente por el Tratado de Verdún en el año 843.

En sus últimos años, Carlomagno sufrió una cojera producto de una caída desde su caballo pero se sobrepuso a ella y la sobrellevó con dignidad. A fines de 813 sufrió fiebres. A pesar de ello se empeñó en salir de caza en contra de los consejos de sus médicos. A su regreso, su salud estaba más deteriorada, la fiebre se incrementó y él, como acostumbraba en estos casos, se autoprescribió un ayuno. Murió de pleuresía en Aquisgrán el 28 de enero de 814 a la edad de 72 años, tras 47 de reinado, siendo enterrado en la Catedral de esa ciudad.


El Repartro del Imperio Carolingio
 Carlomagno tuvo varios hijos, pero sólo uno le sobrevivió. Fue Luis el Piadoso, quien sucedió a su padre al frente del imperio unificado. Tras tres guerras civiles, Luis murió en 840, y sus tres hijos supervivientes decidieron repartirse el territorio en el tratado de Verdún, en 843.
El reino de Carlomagno sobrevivió a su fundador y se extendió por gran parte de la Europa occidental, sin embargo, sus sucesores se mostraron incapaces de mantenerlo.

Otón I, hijo de Enrique I el Pajarero, duque de Sajonia y rey de Germania, en 929 ya fue asociado al trono por su padre para facilitar así la sucesión. A la muerte de Enrique I, fue ungido y coronado en Aquisgrán en 936 con el título carolingio de Rex et sacerdos. Tuvo la vocación de restaurar el imperio de Carlomagno (Imperio Carolingio) y es el primer representante del Sacro Imperio Romano Germánico.


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