Palestina en tiempos de Jesús: culto

Para Israel, la ciudad de Jerusalén y el Templo lo eran todo, y no sólo en el aspecto religioso sino también en el social y el económico.

El Templo de Jerusalén

El centro del culto de la nación judía lo constituía principalmente el Templo.
El Templo primitivo fue construido por Salomón y destruido por Nabuconodosor en 588 a.C.; luego reconstruido por Zorobabel, a la vuelta del cautiverio de Babilonia, en el mismo sitio del anterior. Este segundo templo fue agrandado y embellecido por Herodes.

En el Templo se celebraba un culto diario, consistente en dos sacrificios de animales, el de la mañana y el de la tarde. Pero los momentos de esplendor del culto eran las grandes fiestas religiosas judías, especialmente Pascua, Pentecostés y los Tabernáculos, a las que todos los judíos a partir de los trece años tenían que acudir en peregrinación. En esas ocasiones, Jerusalén, que tenía en aquella época de 25.000 a 30.000 habitantes, veía enormemente multiplicada su población. (La población judía de Palestina era en torno al medio millón.)



El templo se sostenía gracias a las contribuciones de los judíos de todo el mundo. Todos los mayores de veinte años, incluso los que vivían en el extranjero, que eran muchos, tenían que pagar un impuesto anual para el templo equivalente a dos días de jornal.

En Palestina y en el extranjero, un mes antes de Pascua, se colocaban por todo el país las mesas de los recaudadores, y diez días después se instalaban en el templo. En cada localidad había personas designadas para recaudar el impuesto del distrito, aunque podía mandarse directamente al templo. Si no podía entregarse en moneda legítima (sin efigie del emperador), había que pagar una tasa adicional del dos por ciento para los cambistas.

El dinero del impuesto se depositaba en el templo, en las cámaras del tesoro. Para emplearlo en el culto se retiraba antes de cada una de las tres grandes fiestas.
En la reconstrucción del templo llevada a cabo por Herodes, éste había situado la sala del Tesoro junto al llamado patio de las mujeres.

El tesoro del templo hacía las funciones de banco. En él se depositaban bienes de particulares, sobre todo de la aristocracia de Jerusalén, en especial de las altas familias sacerdotales. Los fondos del templo, unidos a sus propiedades en terrenos y fincas, hacían de él la mayor institución bancaria de la época.


 Era, por consiguiente, una gran empresa económica, administrada por los sumos sacerdotes, quienes no sólo detentaban el poder político y religioso, sino que eran al mismo tiempo una potencia financiera importante.
Tan grande debió de ser la riqueza del templo, junto con la de las familias sacerdotales de Jerusalén, que, después de la conquista y destrucción de la ciudad el año 70 d.C., el precio del oro bajó a la mitad en toda la provincia romana de Siria.




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