Los turcos selyúcidas y el Sultanato de Rüm

Los turcos selyúcidas son considerados como los antepasados directos de los turcos sudoccidentales, los habitantes actuales de Turquía, Azerbaiyán, y Turkmenistán. Los selyúcidas desempeñaron un papel principal en la historia medieval creando una barrera a Europa contra los invasores mongoles del este, defendiendo el mundo islámico contra los cruzados de Europa y conquistando grandes extensiones del Imperio Bizantino, que prácticamente desmantelaron, siendo sus sucesores, los turcos osmanlíes, los que asestaron el golpe de gracia.
Eran en origen un clan de la tribu turca oghuz de los Kınık, asentada al norte del Mar de Aral. En el siglo X se convirtieron al islam y migraron hacia el sur dirigidos por un jefe llamado Selyuq ibn Duqaq o Selchuk, del que procede el nombre de la dinastía. Selyuq se instaló en el curso inferior del Sir-Daria, desde donde hicieron incursiones al Irán oriental. A la muerte de Selyuq, su hijo Isrâîl prosiguió el avance al sur, chocando con el gran sultán Mahmûd, de la dinastía de los gaznavíes, el cual contuvo el avance selyúcida derrotando y haciendo prisionero a Isrâîl. Igualmente, Mahmûd los contuvo, pero no los aniquiló, y a su muerte (1030), aprovechando la crisis sucesoria de los gaznavíes, los nómadas selyúcidas retomaron su avance con más fuerza.

Los Grandes Maestres del Temple

Los Caballeros Templarios o La Orden del Temple fue una orden medieval de carácter religioso y militar cargada de tintes legendarios, nacida después de la primera cruzada. Fue fundada en Jerusalén, en 1118 por nueve caballeros franceses, con Hugo de Payens a la cabeza.

Los Nueve Fundadores: Hugo de Payens, Godofredo de Saint-Omer, Godofredo de Bisol, Payen de Montdidier, André de Montbard, Arcimbaldo de Saint-Amand, Hugo Rigaud y Gondemaro Rolando

Desde la creación de la Orden hasta su disolución en 1307, fueron Grandes Maestres del Temple:

La Octava Cruzada

Entre los años 1265 y 1268, los egipcios mamelucos conquistaron una serie de territorios cristianos en el litoral de Palestina y del Líbano, como Haifa o Antioquía, además de Galilea y de Armenia. El Oriente Medio vivía una época de anarquía entre las órdenes religiosas que deberían defenderlo, así como entre comerciantes genoveses y venecianos. El rey de Francia Luis IX (San Luis), retomó entonces el espíritu de las cruzadas y lanzó una nueva iniciativa armada, la Octava Cruzada, en 1270, aunque sin gran repercusión en Europa. Los objetivos eran ahora diferentes de los proyectos anteriores: geográficamente, el teatro de operaciones no era el Levante si no Túnez, y el propósito más que militar, era la conversión del emir de la misma ciudad norteafricana.

La Séptima Cruzada

La Séptima Cruzada fue liderada por Luis IX de Francia entre 1248 y 1254. En 1244 los musulmanes retomaron Jerusalén tras la tregua de diez años que siguió a la Sexta Cruzada. Este hecho no supuso el gran impacto que en ocasiones anteriores, debido a que Occidente ya había visto como Jerusalén cambiaba de manos en diversas ocasiones.

La Sexta Cruzada

La Sexta Cruzada comenzó en 1228, tan sólo siete años después del fracaso de la Quinta Cruzada, y fue un nuevo intento de recuperar Jerusalén.

El emperador Federico II había intervenido en la Quinta Cruzada, enviando tropas alemanas, pero sin llegar a liderarlas personalmente, pues necesitaba consolidar su posición en Alemania e Italia antes de embarcarse en una aventura como la Cruzada. No obstante, prometió tomar la cruz después de su coronación como emperador en 1220 por el Papa Honorio III.

La Quinta Cruzada


Andrés II de Hungría

La Quinta Cruzada, entre 1217 y 1221 d.C., fue un intento de retomar Jerusalén y el resto de Tierra Santa derrotando en primer lugar al poderoso estado Ayubí de Egipto. Los ejércitos cruzados estaban compuestos por las enormes fuerzas militares del rey Andrés II de Hungría y por los batallones del príncipe austríaco Leopoldo IV de Austria.

A consecuencia de varias guerras entre el Reino de Hungría y el Imperio Bizantino, el trato final de paz establecido incluyó que el joven principe Béla, el hermano menor del rey Esteban III de Hungría se criase en al corte del emperador Manuel I Comneno. Educado en Bizancio, el jóven príncipe regresó a Hungría tras la muerte de su hermano mayor para ocupar el trono como Béla III de Hungría en el 1173.

La Cuarta Cruzada

La Cuarta Cruzada, entre 1202 y 1204 d.C, fue organizada para reconquistar Tierra Santa, pero varió su rumbo terminando con la conquista y el saqueo de Constantinopla, capital del Imperio Bizantino.

La Tercera Cruzada no había logrado recuperar Jerusalén, que continuaba bajo dominio musulmán. El tratado que Ricardo “Corazón de León” y Saladino habían firmado en 1192 dejaba en poder de los cristianos sólo una estrecha franja costera desde Tiro hasta Jaffa, aunque aseguraba la seguridad de los peregrinos cristianos que viajasen a Jerusalén.

El Papa Inocencio III, deseoso de establecer la autoridad de la Santa Sede en todo el orbe cristiano, tenía un gran interés por los asuntos de los estados cristianos de Oriente.

La Tercera Cruzada

La Tercera Cruzada fue un intento europeo de recuperar Tierra Santa del poder de Saladino. Se llevó a cabo entre 1189 y 1192 d.C. Es conocida también como la Cruzada de los Reyes.

Tras el fracaso de la Segunda Cruzada, Nur ad-Din se hizo con el control de Damasco y unificó Siria. Con la finalidad de extender su poder, Nur ad-Din puso los ojos en la dinastía fatimí de Egipto. En 1163, su general de más confianza, Shirkuh, emprendió una expedición militar hacia el Nilo. Acompañaba al general su joven sobrino, Saladino.
Cuando las tropas de Shirkuh acamparon frente a El Cairo, el sultán de Egipto, Shawar pidió ayuda al rey Amalarico I de Jerusalén. En respuesta, Amalarico envió un ejército a Egipto y atacó las tropas de Shirkuh en Bilbeis, en 1164.

La Segunda Cruzada

La Segunda Cruzada fue la segunda gran campaña militar de una serie de campañas denominadas en su conjunto como Las Cruzadas y que, durante los siglos XII y XIII, partieron desde Europa occidental hacia Oriente Medio, con el fin de conquistar Tierra Santa y en particular la ciudad de Jerusalén, que se encontraban en manos musulmanas desde el siglo VII.

Tras la Primera Cruzada se establecieron tres estados cruzados en oriente: el Reino de Jerusalén, el Principado de Antioquía y el Condado de Edesa. Un cuarto estado, el condado de Trípoli se creó en 1109.

La Primera Cruzada

Las Cruzadas Orientales se libraron durante un período de casi 200 años, entre 1095 y 1291, con el objetivo específico de restablecer el control cristiano de Tierra Santa.

En marzo de 1095, el Emperador bizantino Alejo I envió mensajeros al Concilio de Piacenza para solicitar al papa Urbano II ayuda frente a los turcos. La solicitud encontró con una respuesta favorable de Urbano, que esperaba reparar el Gran Cisma de Oriente y Occidente y reunificar a la Iglesia bajo el mando del papado mediante la ayuda a las iglesias orientales en un momento de necesidad.

Las Cruzadas

Origen
Desde la Edad Media el significado de la palabra cruzada se utilizó para incluir a todas las guerras emprendidas en cumplimiento de un voto y dirigidas contra infieles, por ejemplo, contra musulmanes, paganos, herejes, o aquellos bajo edicto de excomunión.

Sin embargo, utilizada con un criterio estricto, la idea de la cruzada corresponde a una concepción política que se dio sólo en la Cristiandad del siglo XI al XV; suponía una unión de todos los pueblos y soberanos bajo la dirección de los papas. Todas las cruzadas se anunciaron por la predicación. Después de pronunciar un voto solemne, cada guerrero recibía una cruz de las manos del Papa o de su legado, y era desde ese momento considerado como un soldado de la Iglesia. A los cruzados también se les concedían indulgencias y privilegios temporales, tales como exención de la jurisdicción civil, inviolabilidad de personas o tierras, etc.

De todas esas guerras emprendidas en nombre de la Cristiandad, las más importantes fueron las Cruzadas Orientales, con el objetivo específico de restablecer el control cristiano de Tierra Santa, que se libraron durante un período de casi 200 años, entre 1095 y 1291.

Motivos
Aparte de la recuperación de los Santos Lugares, con su clara connotación religiosa, los Papas vieron las Cruzadas como un instrumento de ensamblaje espiritual que superase las tensiones entre Roma y Constantinopla, que además elevaría su prestigio en la lucha contra los emperadores germanos, afianzando su poder sobre los poderes laicos. También como un medio de desviar la guerra endémica entre los señores cristianos hacia una causa justa que pudiera ser común a todos ellos, la lucha contra el infiel.

Gengis Khan


Temudjin (Gengis Khan)

Nacido en 1162 en las proximidades del lago Baikal, era hijo de Yesugei, cabecilla de los Kiyat, una pequeña tribu nómada del Este de Mongolia, vasalla del Imperio chino.

De nombre auténtico Temudjin, sus seguidores le otorgaron el título principesco de Gengis Khan.

Huérfano a los diez años, pasó a formar parte del servicio del señor de los Kereit, Ong Qan Togril. A los trece años se convirtió en jefe tribal y, tras derrotar a los merkits y a los tártaros, se proclamó gobernante de la Mongolia oriental en 1203 y de la occidental en 1206. Agrupó en torno a sí a las diferentes tribus mongoles, lo que le facultó para emprender la guerra contra el poderoso imperio chino, llegando hasta las puertas de Beijing en 1211 y obligando al emperador Si-Hia a declararse vasallo suyo. Su marcha victoriosa obligó a China a firmar la paz, si bien la guerra se reanudó en 1215, tomando Beijing y conquistando las áreas central y meridional de China. Intentó entonces extender sus dominios hacia el oeste, logrando invadir regiones como el Kharizim, Turkestán, la Tranxosiana, el Khorasan y el Quersoneso entre 1218 y 1225.

El Imperio Mongol

Los mongoles, nómades de las estepas eurasiáticas, fundaron en el siglo XIII, bajo el liderazgo de Gengis Khan, el mayor imperio de la historia.

Eran una tribus de jinetes nómadas de las estepas del Asia Central; su lugar de origen coincide aproximadamente en la actualidad con la república de Mongolia y las franjas meridionales de Siberia. En el siglo XIII, bajo el liderazgo de Gengis Khan protagonizaron un movimiento de expansión de tal magnitud, que el imperio mongol llegó a extenderse desde China por el este, a Rusia y el imperio islámico por el oeste.

Los pueblos mongoles pertenecen al amplio grupo de pueblos mongoloides, del que también forman parte chinos, japoneses, coreanos, thais, etc. Su medio geográfico configuró una forma de vida nómada, basada en el pastoreo de cabras, ovejas y caballos, muy similar a la de otros pueblos esteparios, como los turcos y los tunguses (manchúes), con los que también comparten una filiación lingüística (lenguas uralo-altaicas). Agrupados en tribus, vivían en tiendas que transportaban consigo en sus desplazamientos en busca de nuevos pastos, no practicaban la agricultura ni tenían ciudades o asentamientos permanentes. El chamanismo y la veneración de los fenómenos naturales constituían sus principales prácticas religiosas.


El Cisma de Occidente

El Cisma de Occidente, también conocido como Gran Cisma de Occidente (distinto del Gran Cisma de Oriente y Occidente, a menudo llamado simplemente Gran Cisma) es el período de la historia de la Iglesia Católica en que varios Papas (hasta tres) se disputaron la autoridad pontificia (1378–1417).

El Gran Cisma de Occidente se debió principalmente a la rivalidad entre los cardenales franceses y los italianos; cada partido quería un Papa de su respectiva nación. Así se llegó a establecer el doble papado, uno en Roma y otro en Aviñón, opuestos entre si, que dividieron la cristiandad en occidente, ocasionando un profundo descontento en la Iglesia.

A la muerte de Gregorio XI, se reunieron los cardenales residentes en Roma sin esperar a los ausentes; eran 11 franceses, 4 italianos y un español. El pueblo romano se reunió en la plaza vaticana pidiendo un Papa romano. En la mañana del 8 de abril, los cardenales eligieron un italiano, que tomó el nombre de Urbano VI. Diez días después los cardenales asistieron a la coronación y prestaron obediencia al nuevo Papa. Muy pronto el carácter intemperante de Urbano VI con los cardenales, el disgusto de muchos de estos porque el Papa no quería volver a Aviñón y los apremiantes requerimientos del rey de Francia crearon una situación peligrosa que terminó en cisma.

La Guerra del Peloponeso



Atenas, año 450 aC
 La Guerra del Peloponeso fue un conflicto militar de la Antigua Grecia que enfrentó a la Liga de Delos (conducida por Atenas) con la Liga del Peloponeso (conducida por Esparta).

Los principales factores que explican su origen son: el notorio contraste entre las formas de organización política (democracia versus aristocracia); el prestigio y poder logrado por Atenas al alzarse como la polis más relevante tras las Guerras Médicas, lo que se manifestó su monopolio sobre el comercio marítimo; y los abusos cometidos por Atenas en la Liga de Delos.

Este conflicto, en el que los griegos resurgieron sus antiguas rivalidades locales, se extendió entre los años 431 y 404 a.C.
El marcado liderazgo ejercido por Atenas en la Liga de Delos durante el siglo V a.C., no fue aceptado por todas las polis griegas y sólo el miedo a un ataque persa mantenía la cohesión en ella. La principal queja de los súbditos de Atenas, era la perdida de sus independencias, puesto que todas las decisiones eran tomadas de acuerdo al interés de Atenas.

Las Guerras Médicas

Este enfrentamiento entre el poderoso Imperio Persa y las polis griegas encabezadas por Atenas y Esparta señala el comienzo del periodo clásico en Grecia.


Grecia antigua
 Los griegos designaron a los persas con el nombre de medos, término que, en realidad, correspondía a un pueblo emparentado con ellos y que formaba parte de su imperio. Aunque generalmente se habla de las guerras médicas con referencia a los dos intentos de invasión de la Grecia continental por los persas (490-478 a.C.), el conflicto entre ambos pueblos fue más prolongado, y las tensiones continuaron hasta la conquista del imperio persa por Alejandro Magno, en 330 a. C.

Al llegar al siglo V a.C., en el mundo antiguo sobresalían el inmenso Imperio Persa, gobernado por Darío, y las repúblicas griegas, independientes entre sí, que prosperaban materialmente y habían alcanzado un notable desarrollo cultural. Entre ambos se encontraban las colonias griegas emplazadas en el Asia Menor que se empeñaban en conservar su tradición helena, aunque sometidas a la dominación persa que las ahogaba en sus posibilidades de desarrollo y les impedía el normal abastecimiento de trigo desde el mar Negro.



Atenas

La antigua Atenas fue la principal ciudad estado de Grecia durante buena parte del I milenio a.C. Aproximadamente entre los años 500 a.C. y 323 d.C. fue el mayor centro cultural e intelectual del mundo, y estuvo en el origen de muchas de las ideas, logros y prácticas de la "civilización occidental", entre ellos el concepto de democracia. La derrota frente a Esparta en el año 431 a.C., el auge de Macedonia en la posterior época helenística y finalmente la conquista romana fueron restando poder y prestigio a Atenas. El fin de la era clásica se sitúa en el año 529, con el cierre de las escuelas de filosofía.


Grecia
 Atenas fue fundada por los jonios en el centro de Grecia. Esta zona llamada Ática era pobre, con escasas cosechas, por lo que no fue de interés para los pueblos invasores. La leyenda atribuye a Teseo , el rey legendario que venció al Minotauro de Creta, la fundación de Atenas en el siglo VIII a.C.


Vida cotidiana
Después de las guerras medicas, Atenas, orgullosa de gloria y rica por las conquistas, brillo con esplendor extraordinario. Esa es la época en que nos ofrece el cuadro mas perfecto de la vida griega. El bienestar y la alegría del hogar, llamaban muy poco la atención al griego, porque su mayor parte de tiempo lo pasaba ocupado en sus negocios, ejercicios físicos, política y ceremonias. Vivía no para su familia, sino para la ciudad, por lo que el lujo de ésta era su orgullo. Se contentaba personalmente con una vida sencilla y modesta, con tal que los monumentos y fiestas a sus dioses provocaran admiración universal.

Esparta

Esparta o Lacedemonia, capital de la Laconia, creció a modo de ciudad cuartel. Más bien que una ciudad, era un grupo de cinco aldeas situadas en las orillas pantanosas del Eurotas, que baja torrentoso de la meseta de Arcadia y atraviesa mansamente a Laconia. Esparta no estuvo nunca cercada de murallas, porque no tuvo necesidad de ellas. Laconia, cuyo centro lo ocupaba Esparta, está, en efecto, rodeada de montañas; éstas son bastante altas y permiten que la nieve permanezca ahí casi todo el año; además, las sendas transitables son muy raras y es muy fácil defender los desfiladeros. El valle del Eurotas es fértil y pueda alimentar la población, por lo que Esparta fuera un campo atrincherado natural, en el que vivió un pueblo de soldados.
En Esparta, el hombre era un soldado que se ejercitaba sin descanso en las virtudes militares y estuvo siempre dispuesto a dar su vida por la patria.


Grecia
 Los espartanos formaron parte de una invasión de dorios griegos del norte que, echados de su país por los tesalios, acometieron las penínsulas del Peloponeso y conquistaron las ciudades de los aqueos. Los dorios de Esparta tomaron el nombre de espartanos. Menos numerosos que los vencidos, hubieron que estar constantemente sobre las armas en medio de aquellas poblaciones sojuzgadas, a fin de conservar lo que habían conquistado.

Por consiguiente no les fue posible labrar la tierra ni dedicarse al comercio. Fueron un ejercito invasor que vivía de lo que le daba el suelo gracias al trabajo de los vencidos y cuyo exclusivo oficio era la guerra. Todo en ellos era preparación militar. Fueron los guerreros mejor adiestrados y más heroicos de Grecia; pero desdeñaron el bienestar y la cultura intelectual porque, según ellos, corrompían las virtudes marciales. Su ideal consistió en formar una comunidad militar en la que cada cual, por disciplina, tuviera orgullo en sacrificar su libertad y su vida por el interés superior del estado.


Grecia Antigua

La civilización helénica de la Grecia antigua se extendió por la Península Balcánica, las islas del mar Egeo y las costas de la península de Anatolia, en la actual Turquía, constituyendo la llamada Hélade.

Esta civilización helénica o griega tiene su origen en las culturas cretense y micénica.
Hacia el 2700 a.C. se desarrolló en la isla de Creta una rica y floreciente cultura comercial perteneciente a la Edad del Bronce. Esta cultura recibe el nombre de minoica o cretense. En torno al año 1600 a.C., los aqueos, un pueblo de habla griega y de origen indoeuropeo, irrumpieron en el territorio de la Grecia continental, estableciéndose en el extremo noreste de la península del Peloponeso. Este pueblo llegó a dominar a los cretenses. Su ciudad más importante fue Micenas.

Trajano


Trajano
 Bajo el imperio de Trajano, el Imperio Romano conoció el cenit de su grandeza. Jamás Roma había sido tan grande y tan poderosa. Cincuenta millones de personas vivían en lo que los ciudadanos romanos creían que era el paraíso.

Marco Ulpio Trajano (53-117 d.C.), emperador romano (98-117 d.C.), conquistador de la Dacia y Mesopotamia, y primer emperador romano de origen hispano, gobernó con el nombre de César Divino hijo de Nerva, Nerva Trajano Optimo Augusto y también fue llamado César Nerva Trajano Germánico. Nacido en Itálica (cerca de la actual Sevilla, en la Bética), lo más probable es que su familia fuera de origen romano. De joven se instruyó en el Ejército romano y tomó parte activa en las campañas de Hispania, Siria y Germania, durante los reinados de los emperadores Tito y Domiciano. Se distinguió como general de inteligencia excepcional, y en el 91 fue elegido cónsul. En el 97, el emperador Nerva le adoptó y asoció al Imperio.

A la muerte de Nerva, un año después, Trajano, que estaba inspeccionando la frontera romana en Germania, le sucedió como emperador. Sin embargo, no regresó a Roma hasta algunos años más tarde haciendo entonces una entrada triunfal siendo aclamado por la multitud por sus virtudes de modestia y nobleza de espíritu.
Celebró su entronización dando gratificaciones a sus soldados y también asegurando la manutención de los hijos de los hombres libres pobres en Roma y otras ciudades italianas; de esta manera continuó con el sistema de generosidad gubernativa iniciado por Nerva.

La Mezquita de Solimán



Mezquita de Solimán (exterior)
La Mezquita de Solimán es una de las principales mezquitas de Estambul, proyectada entre 1550 y 1557 por el arquitecto Sinan bajo el auspicio de Solimán el Magnífico. Es la mayor obra realizada por este arquitecto, y para muchos entendidos la más perfecta.

El espacio de oración está precedido por un patio al que se accede a través de un imponente pórtico. A su vez, el patio está cercado por arquerías de soportales sostenidos sobre columnas de pórfido, mármol y granito, cubiertos por 28 cupulillas. En las esquinas ascienden cuatro minaretes que incorporan diez balcones: el número de minaretes indica que Solimán fue el cuarto sultán de Estambul, y el número de balcones especifican que fue el décimo rey otomano. La mezquita propiamente dicha, inspirada en el edificio de Santa Sofía, consta de una planta casi cuadrada cubierta por una gran cúpula que se apoya sobre pechinas, arcos torales y columnas. Para descargar los empujes laterales de esta estructura se incorporan dos medias cúpulas en los extremos septentrional y meridional, y dos arcos en los extremos oriental y occidental.

La Mezquita Azul



Mezquita Azul
 La Mezquita Azul, en Estambul, es una de las principales mezquitas de la ciudad, construida entre 1609 y 1616 por el sultán Ahmed I, que encargó la obra al arquitecto Mehmet Aga, un discípulo de Mimar Sinan. Se conoce con el nombre de Mezquita Azul por la tonalidad de los azulejos que decoran su interior.

La mezquita está rodeada por un muro calado, precedido por un patio, construido mediante arcadas cubiertas con cúpulas. El patio cuenta con tres portadas, repartidas en sus laterales, y se remata con dos alminares (o torres) sobre las esquinas exteriores.

El Califato

El Califato era el territorio bajo jurisdicción del califa, considerado dirigente supremo de la comunidad musulmana y sucesor del profeta Mahoma. Bajo Mahoma, el Estado musulmán era una teocracia que tenía como base jurídica la Sharia, conjunto legislativo fundamentado en los principios religiosos y morales del Islam. Los califas, sucesores de Mahoma, eran jefes seculares y religiosos. Sin embargo, no tenían poder para formular dogma alguno, porque se pensaba que la revelación divina fue manifestada en su totalidad a través del profeta.

Los suníes (seguidores de la Sunna, cuerpo de la ley islámica basada en los ejemplos del profeta), que constituyen el grupo más numeroso del mundo musulmán, conceptúan el periodo de los cuatro primeros califas como la edad de oro del Islam. Sin embargo, otros grupos como los chiitas consideran este periodo de forma diferente. Esta distinta valoración del califato ha producido duros enfrentamientos a lo largo del tiempo entre chiitas y suníes. La cuestión del califato ha suscitado en la historia islámica más discordia que cualquier otro artículo de fe.

Kemal Atatürk


Kemal Atatürk
 Mustafá Kemal o Kemal Atatürk (1881-1938), militar turco, líder nacionalista y estadista, fundador de la república de Turquía y su primer presidente (1923-1938). En 1934, la Gran Asamblea turca le concedió el nombre de Atatürk (Padre Turco) como tributo a su extraordinario servicio a la nación. Atatürk nació el 12 de marzo de 1881, en Salónica (actualmente Tesalónica, en Grecia), hijo de un suboficial convertido en comerciante de madera. Cuando tenía doce años, fue a las escuelas militares de Salónica y Monastir, centros nacionalistas griegos y eslavos antiturcos. En 1899 asistió a la academia militar de Estambul, donde se graduó como capitán de Estado Mayor en enero de 1905.

Debido a sus actividades en el movimiento secreto Jóvenes Turcos contra el gobierno autocrático del Imperio otomano, del que Turquía formaba parte fundamental, Atatürk fue destinado a Siria, en un exilio virtual. Allí fundó la sociedad secreta Patria y Libertad (1906). Destinado a Salónica al año siguiente, reunió el Comité de Unión y Progreso (CUP) que llevó a cabo la revolución de los Jóvenes Turcos en julio de 1908. Sin embargo, no formó parte del círculo interno del CUP y por tanto no desempeñó ningún papel en la revolución.

Solimán I el Magnífico

Solimán I el Magnífico (1494-1566), sultán otomano (1520-1566), durante su reinado el Imperio otomano alcanzó su cenit de poder y esplendor.

Nacido el 6 de noviembre de 1494, en Trebisonda (la actual ciudad turca de Trabzon), era hijo del sultán Selim I. En 1521, un año después de comenzar su reinado tras suceder a su padre, Solimán I extendió el Imperio hasta territorio húngaro y capturó la ciudad de Belgrado (actualmente en Serbia). Al año siguiente expulsó a la orden militar y religiosa de los Caballeros de San Juan de Jerusalén de la isla egea de Rodas. En 1526 de nuevo invadió Hungría y el 29 de agosto de ese año venció en la batalla de Mohács a las tropas del rey húngaro Luis II, quien pereció en el combate. Regresó a Hungría en 1529 para defender los derechos regios de Juan I Zápolya, el cual aunque había sido elegido rey por la nobleza húngara, mantenía una lucha por el trono con el archiduque austriaco Fernando de Habsburgo (futuro emperador Fernando I). Seguidamente, Solimán inició el sitio de Viena en septiembre de ese año. No tuvo éxito y se retiró al mes siguiente, limitando de este modo el alcance de su invasión europea, especialmente cuando años después llegó a un acuerdo con el archiduque Fernando y con el hermano de éste, el emperador Carlos V.


Mehmet II el Conquistador


Mehmet II el Conquistador
 Mehmet II el Conquistador (1432-1481), sultán otomano de Turquía (1444-1446 y 1451-1481), quien tomó la ciudad bizantina de Constantinopla convirtiéndola en su capital. Mehmet reinó temporalmente al retirarse su padre, Murat II, durante la década de 1440. Cuando obtuvo el poder absoluto después de la muerte de Murat (1451), hizo de la conquista de Constantinopla su primer objetivo. Después de aislar a los bizantinos asegurándose la neutralidad de Venecia y de Hungría, Mehmet tomó la ciudad en 1453, destruyendo de este modo los últimos restos del Imperio Bizantino.

Durante los años siguientes reconstruyó Constantinopla, convirtiendo muchas de las iglesias cristianas en mezquitas y repoblándola con colonos de otras partes del imperio. Al mismo tiempo extendió el dominio otomano a Grecia, Serbia, Bosnia y Albania, y a la mayoría de los territorios que rodean el mar Negro. Mehmet II también codificó la legislación otomana, y fundó una escuela para formar oficiales para el servicio del Estado.


Sitio y Conquista de Constantinopla
En 1452 Mehmet puso en marcha su antiguo plan de sitiar y conquistar Constantinopla. Construyó una fortaleza en el verano de 1452 a las orillas del Bósforo, llamada Rumeli Hisari. Con esta nueva fortaleza aislaría e impediría por completo la entrada de suministros a la ciudad de Constantinopla.


El Imperio Otomano

El Imperio Otomano duró aproximadamente desde 1300 hasta 1922, y en su mayor extensión territorial abarcó tres continentes, desde Hungría al norte hasta Adén al sur, y desde Argelia al oeste hasta la frontera iraní al este, aunque su centro de poder se encontraba en la región de la actual Turquía. A través del Estado vasallo del kanato de Crimea, el poder otomano también se expandió por Ucrania y por el sur de Rusia.

Su nombre deriva de su fundador, el guerrero musulmán turco Osmán (o Utmán I Gazi), que estableció la dinastía que rigió el Imperio durante su historia (también llamada dinastía Osmanlí).


Expansión
El primer Estado otomano era un pequeño principado al noroeste de Anatolia, uno de los muchos insignificantes estados que surgieron tras el hundimiento del anterior Sultanato Selyúcida de Rum.


El Imperio Bizantino: Decadencia, caída y legado

El Imperio Bizantino (llamado también Imperio Romano de Oriente) fue un imperio cristiano medieval de cultura griega cuya capital estaba en Constantinopla o Bizancio (actual Estambul).

Los orígenes del Imperio Bizantino se remontan a la etapa final del Imperio Romano. Inicialmente abarcaba todo el Mediterráneo oriental, pero con el tiempo fue sufriendo importantes reducciones territoriales.

Pese a la ruptura religiosa peroducida durante el Gran Cisma de Oriente y Occidente, el emperador Alejo I Comneno pidió en 1095 ayuda al papa Urbano II para luchar contra la dinastía turca de los Selyúcidas. El occidente europeo respondió con la Primera Cruzada.

Aunque en un primer momento el Imperio se benefició de las Cruzadas, recuperando algunos territorios en Asia Menor, éstas precipitaron su decadencia. Las ciudades mercantiles italianas recibieron especiales privilegios comerciales en territorio bizantino, controlando así gran parte del comercio y de la riqueza del Imperio. Éste experimentó cierta prosperidad en el siglo XII, pero su poder político y militar se desvaneció. Los cruzados, aliados con la república de Venecia, sacaron provecho de las luchas intestinas en Constantinopla para apoderarse y saquear la ciudad en 1204, estableciendo el denominado Imperio Latino de Constantinopla. Surgieron núcleos de resistencia bizantina en Epiro (noroeste de Grecia), Trebisonda (la actual Trabzon, en Turquía), y de forma especial en la ciudad y región de Nicea (hoy Iznik, también en Turquía). El emperador Miguel VIII Paleólogo recuperó Constantinopla de manos de los latinos en 1261 y fundó la dinastía de los Paleólogo, que gobernó hasta 1453.


Aníbal

Aníbal Barca, conocido generalmente como Aníbal o Hanibal, nació en 247 a.C. en Cartago y falleció en 183 a.C. en Bitinia (cerca de la actual Bursa, en Turquía); fue un general y estadista cartaginés considerado por muchos uno de los más grandes tácticos militares de la historia.


Aníbal
 Hijo de Amílcar Barca, quien, según la leyenda, le hizo jurar odio eterno a los romanos ante los dioses. Tras la muerte de su padre (229 a.C.) y el asesinato de su cuñado Asdrúbal (221 a.C.), Aníbal asumió la jefatura del ejército cartaginés, que ya entonces controlaba el sur de Hispania. Desde su base de Cartago Nova (la actual Cartagena), realizó varias expediciones hacia el altiplano central y sometió a diversas tribus iberas.
En el 219 a.C. destruyó Sagunto, ciudad aliada de Roma, y traspuso el Ebro, río en que, siete años antes, cartagineses y romanos habían fijado el límite de sus respectivas influencias en territorio peninsular; esta acción significó el inicio de la Segunda Guerra Púnica (219-202 a.C.).


Las Guerras Púnicas

La Guerras Púnicas son una serie de conflictos bélicos que enfrentaron a Roma y Cartago en los siglos III y II a.C. El adjetivo púnico (del latín, punicus) se deriva de poeni, el nombre con el que los romanos conocían a los cartagineses de descendencia fenicia. La causa de las guerras fue el dominio del mar Mediterráneo y Roma fue la vencedora en las tres.

Primera Guerra Púnica

Roma y Cartago (durante la Primera Guerra Púnica)
La primera Guerra Púnica (264-241 a.C.) se debió a la rivalidad política y económica entre los dos poderes. Se inició cuando un grupo de soldados mercenarios (mamertinos) de Campania cercados en la ciudad siciliana de Messina (Mesina), solicitaron ayuda a Roma y Cartago contra Hierón II de Siracusa. Cartago ya controlaba parte de Sicilia; los romanos respondieron a esa petición con la intención de expulsar a los cartagineses de la isla.


Cartago

Cartago fue una importante ciudad de la Antigüedad, fundada por los mercaderes fenicios procedentes de Tiro en un enclave costero del norte de África, cerca de la actual ciudad de Túnez. Su fundación tuvo lugar aproximadamente en el siglo IX a. C. con el nombre de Qart Hadasht.

Era una escala ideal para las líneas comerciales fenicias que abarcaban todo el Mediterráneo y aún más allá de lo que los griegos conocieron como "Las Columnas de Hércules" hoy conocido como estrecho de Gibraltar.

Según la leyenda, la reina Dido (o Elisa) encabezó una expedición que desde Tiro llegó a las costas tunecinas para establecerse. Dido solicitó al rey local tierras para fundar una ciudad y el rey, reacio a la intrusión, le concedió lo que ocupara una piel de toro. Dido era una mujer ingeniosa y cortó la piel en finísimas tiras con las que abarcó una gran extensión. La leyenda nos damos cuenta de la razón de ser que los cartagineses: la astucia, el engaño en la transacción que es la madre del comercio, virtudes que los púnicos (así conocían los romanos a los cartagineses ya que eran fenicios) consideraban señas de identidad nacionales.


La República Romana

Fundada hacia el año 753 a. C., Roma fue ampliando su territorio inicial hasta convertirse en la capital del imperio más extenso de la Antigüedad. Durante la época republicana se configuraron los elementos esenciales de la civilización romana, caracterizada por el sentido práctico y la capacidad para asimilar influencias culturales externas, principalmente las provenientes del legado griego.

Ubicada a poca distancia de la desembocadura del río Tíber, en el centro de Italia, Roma fue inicialmente un conjunto de aldeas situadas sobre siete colinas. En el año 753 a. C., los etruscos, un pueblo procedente de Asia Menor y establecido en el centro de la península Itálica, fundaron en ese emplazamiento la ciudad de Roma.
Los reyes etruscos gobernaron la ciudad hasta el año 509 a. C., cuando los latinos depusieron al rey Tarquino el Soberbio y fundaron la República.

La República fue un sistema de gobierno democrático regido y perpetuado por la aristocracia. Durante esta etapa de su historia, Roma experimentó un extraordinario crecimiento territorial, cultural y económico.

La Cúpula de la Roca

La Cúpula de la Roca es un templo islámico situado en Jerusalén, en el centro de la Explanada de las Mezquitas. Fue construido entre los años 687 y 691 por el noveno califa, Abd al-Malik. También se le conoce como la mezquita de Umar (aunque en realidad no es una mezquita en uso) debido a que es el lugar donde el segundo califa Umar rezó tras la conquista de Jerusalén por parte de los musulmanes. Los musulmanes consideran además que éste fue el lugar donde Mahoma subió al cielo.

La Cúpula de la Roca
Los musulmanes creen que la roca que se encuentra en el centro de la Cúpula es el punto desde el cual Mahoma ascendió a los cielos para reunirse con Alá, acompañado por el ángel Gabriel. Es un lugar sagrado para los musulmanes.

Los judíos afirman que ese lugar fue donde Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac por orden de Yahveh, donde Jacob vio la escalera al cielo, y donde se encuentra el corazón del Templo de Jerusalén. Otras tradiciones judías dicen que es el punto donde se puso la primera piedra para construir el mundo. El Islam recoge también la tradición del sacrificio de Abraham, aunque en la tradición islámica el hijo no era Isaac sino el primogénito, Ismael.

La Explanada de las Mezquitas o Monte del Templo es un lugar sagrado ubicado en la ciudad vieja de Jerusalén.


Carlomagno



Carlos I el Grande, llamado Carlomagno, nació probablemente el 2 de abril de 742 y murió el 28 de enero de 814. Fue Rey de los Francos (768 – 814), rey nominal de los lombardos (774 – 814) y Emperador de Occidente (800 – 814).


Carlomagno
 El sitio exacto de su nacimiento se desconoce, pero es muy probable que fuera en algún lugar de Renania. Era hijo natural de Pipino el Breve. Bertrada de Laon, su madre, a quien Pipino el Breve hizo luego su esposa oficial legitimando así a Carlomagno, lo educó en la práctica de la misericordia cristiana. Fue nieto de Carlos Martel, quien inició una ambiciosa política de expansión territorial, que lo enfrentó a germanos, bizantinos y musulmanes.

En un intento por restaurar el antiguo Imperio Romano de Occidente, Carlomagno se hizo proclamar emperador por el papa León III el día de Navidad del año 800 en la iglesia de San Pedro, en Roma.


Los Reinos Francos y el Imperio Carolingio

Hacia el año 250, un grupo de francos, aprovechándose de la debilidad del Imperio Romano, llegó hasta Tarragona (en la actual España), ocupando esta región durante una década antes de que las fuerzas romanas los doblegaran y expulsaran de territorio romano. Unos cuarenta años después, los francos tomaron el control de la región del río Escalda (actual Bélgica), interfiriendo en las rutas marítimas de Bretaña. Los romanos pacificaron la región, pero no expulsaron a los francos.

Los francos eran una tribu procedente de Baja Renania y de los territorios situados inmediatamente al este (Westfalia).

Entre los años 355 y 358, el emperador Juliano se encontró con las vías fluviales del Rin bajo el control de los francos, y una vez más volvió a pacificarlos. Roma les concedió una parte considerable de la Gallia Belgica, momento a partir del cual pasaron a ser foederati del Imperio Romano. De este modo, los francos se convirtieron en el primer pueblo germánico que se asentó de manera permanente dentro de territorio romano.

A pesar de ser aliados de Roma, desde la década de 420, los francos aprovecharon la decadencia de la autoridad romana sobre la Galia, para extenderse al sur, de manera que fueron conquistando gradualmente la mayor parte de la Galia romana al norte del río Loira y al este de la Aquitania visigoda.

Lo poco que se sabe acerca de los reinos de los primeros jefes francos, Faramond (aproximadamente entre 419 y 427) y Clodión (aproximadamente entre 427 y 447), parece tener más de mito que de realidad, y su relación con la dinastía de los merovingios permanece poco clara. Se menciona a Clodión como el primer rey que inició la conquista de la Galia. Se identifica sin demasiada seguridad a Meroveo como el rey de los francos, epónimo de la dinastía y posible hijo de Clodión. Meroveo fue sucedido en el trono por Childerico I.
Clodoveo I, hijo de Childerico I, comenzó una política de expansión de su autoridad sobre las otras tribus francas y de ampliación de su territorio al sur y oeste de la Galia. Así, comenzó una campaña militar con la intención de consolidar los varios reinos francos en la Galia y Renania, dentro de la cual se enmarca la derrota de Siagrio en 486. Esta victoria supuso el fin del control romano en la región de París.

Los Reinos Francos, año 511 dC
La conversión de Clodoveo al cristianismo en 493, pudo haber ayudado a acercarlo al Papa y a otros soberanos cristianos ortodoxos. La conversión de Clodoveo supuso la conversión del resto de los francos. Al profesar la misma fe que sus vecinos católicos, los recientemente cristianizados francos encontraron mucho más fácilmente la aceptación por parte de la población local galo-romana que los arrios, los visigodos, los vándalos o los burgundios. De esta forma, los merovingios dieron lugar a la que con el tiempo sería la dinastía de reyes más estable de Occidente.

El área franca se expandió aún más bajo el reinado de los hijos de Clodoveo, llegando a cubrir la mayor parte de la actual Francia (con la expulsión de los visigodos), pero incluyendo también zonas al este del río Rin, tales como Alamannia (el actual sudoeste de Alemania) y Turingia (desde 531); Sajonia, en cambio, permaneció fuera de las fronteras francas hasta ser conquistada por Carlomagno siglos más tarde.
A su muerte en 511, repartió el reino entre sus cuatro hijos, hasta que su hijo Clotario I reunió temporalmente los reinos, tras él, los territorios francos volvieron a dividirse en 561 en Neustria, Austrasia y Borgoña.
En cada reino franco, el mayordomo de palacio ejercía las funciones de jefe de estado. Los reinados de Clodoveo IV y Childeberto III entre 691 y 711 tuvieron todas las características de los de los rois fainéants (reyes holgazanes).

Reinos Francos, año 714 dC
Cuando Pipino de Heristal, mayordomo de palacio, murió en 714, el reino se hundió en una guerra civil y los duques de las provincias periféricas se desvincularon de la influencia de los pipínidas. El sucesor designado de Pipino en la Mayordomía de Palacio fue Teudoaldo. Pronto apareció otro candidato a la mayordomía de Austrasia: el hijo adulto e ilegítimo de Pipino de Heristal, Carlos Martel. Finalmente, en la batalla de Soissons (718), Carlos derrotó a sus rivales y los forzó definitivamente a resignar todos sus cargos, aceptando el eventual regreso del rey Chilperico a condición de que el propio Carlos recibiera las dignidades de su padre Pipino como mayordomo de todos los reinos. No hubo más reyes merovingios que ejercieran como tales después de este punto, y Carlos y sus herederos, los Carolingios, gobernaron a los francos, pero no como reyes.

Después de 718, Carlos Martel emprendió una serie de guerras para consolidar la hegemonía de los francos en Europa occidental.
Poco antes su muerte en octubre de 741, Carlos Martel dividió el reino como si él fuera rey entre dos de sus hijos. La división del reino dio Austrasia, Alemannia, y Thuringia a Carloman y Neustria, Provenza, y Borgoña a Pipino. Éste, logró destronar a su rey merovingio Childerico III en 751, y fue reconocido rey de los francos con apoyo del Papa Zacarías, y posteriormente ungido como rey por el Papa Esteban II en 754. Así, aunque Pipino fue rey electo, aseguró su legitimidad divina a través del Papa.

Pipino repartió el reino a su muerte en 768, entre sus hijos Carlos y Carlomán. Éste se retiró a un monasterio y murió poco tiempo después, dejando a su hermano como único rey, quién pasaría más tarde a ser conocido como Carlomagno. Era un personaje poderoso, inteligente y relativamente culto, que se convertiría en una leyenda para la historia posterior tanto de Francia como de Alemania. Carlomagno restableció un equilibrio de poder entre el emperador y el papa.


Carlomagno
A partir del año 772, Carlomagno emprendió una larga guerra en la que conquistó y derrotó a los sajones para incorporar sus territorios al Imperio Franco. Esto expandió el Imperio Franco hacia el este, hasta el río Elba, algo que el Imperio Romano sólo intentó una vez, y en lo que falló en la batalla del Bosque de Teutoburgo (año 9 d.C.). Para poder cristianizar con más efectividad a los sajones, Carlomagno fundó varias diócesis, entre las que se cuentan las de Bremen, Münster, Paderborn y Osnabrück. Al mismo tiempo (773 - 774), Carlomagno conquistó a los lombardos, incluyendo de esta manera el norte de Italia en su esfera de influencia. En el 788, incorporó Baviera a su reino. Hasta el 796, Carlomagno continuó expandiendo su reino todavía más hacia el sureste, hasta la actual Austria y a partes de Croacia. De esta manera, Carlomagno creó un reino que alcanzaba desde los Pirineos al suroeste, pasando por casi toda la Francia moderna (a excepción de Bretaña, que nunca fue conquistada por los francos), y al este la mayor parte de la actual Alemania, incluyendo el norte de Italia y la actual Austria.

El Imperio Carolingio
El día de Navidad de 800, el papa León III coronó a Carlomagno como “Emperador que gobierna el Imperio Romano”, en Roma, en una ceremonia presentada como inesperada, puesto que Carlomagno no deseaba encontrarse en deuda con el obispo de Roma, y a su hijo Carlos el Joven como rey de los francos. Esto originó una serie de disputas con los bizantinos por el nombre de Imperio Romano. Tras una primera protesta por la usurpación, en 812, el emperador bizantino Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como “emperador” (basileus), pero no como “emperador de los romanos”, título que se reservó el bizantino como el verdadero sucesor de los emperadores romanos. La coronación sirvió para dar una legitimidad permanente a la primacía carolingia entre los francos.
Tras la muerte de Carlomagno el 28 de enero de 814 en Aquisgrán, fue enterrado en su Capilla Palatina.

Reparto del Imperio Carolingio, años 843 y 870 dC
Carlomagno tuvo varios hijos, pero sólo uno le sobrevivió. Fue Luis el Piadoso, quien sucedió a su padre al frente del imperio unificado. Tras tres guerras civiles, Luis murió en 840, y sus tres hijos supervivientes decidieron repartirse el territorio en el tratado de Verdún, en 843:

1. El hijo mayor (de los que sobrevivieron) de Luis, Lotario I emperador desde el año 817, le correspondió los francos centrales con las capitales imperiales Aquisgrán y Roma. A su vez, sus hijos se dividieron este imperio en Lotaringia, Burgundia e Italia (septentrional). Estas zonas desaparecerían más tarde, integrándose en el Imperio germánico.

2. El segundo hijo de Luis, Luis el Germánico, pasó a ser rey de los francos del este. Esta zona sería el origen de lo que más tarde fue el Sacro Imperio Romano Germánico, que con el tiempo llegó a ser, aproximadamente, la actual Alemania.

3. Su tercer hijo, Carlos el Calvo, pasó a ser rey de los francos del oeste. La zona que ocupó llegaría a ser la actual Francia.

El reino de Carlomagno sobrevivió a su fundador y se extendió por gran parte de la Europa occidental, sin embargo, sus sucesores se mostraron incapaces de mantenerlo.

El 12 de diciembre de 884, tras una serie de fallecimientos, el emperador Carlos III el Gordo reunió la mayor parte del Imperio Carolingio, sólo Bosón de Provenza resistía como rey en Vienne.
A finales de 887, su sobrino, Arnulfo de Carintia se sublevó y se hizo con el título de rey de los francos del este (actual Alemania). Carlos se retiró y murió poco después, el 13 de enero de 888. Italia, y las dos Borgoñas tuvieron reyes propios. En la Francia occidental, Odón, conde de París fue elegido rey y fue coronado al mes siguiente, pero en Aquitania Ranulfo se proclamó rey. Diez años más tarde, los carolingios recuperaron el poder en Francia, donde gobernaron hasta 987, año de la muerte del último rey de la dinastía carolingia Luis V.

Otón I, hijo de Enrique I el Pajarero, duque de Sajonia y rey de Germania, en 929 ya fue asociado al trono por su padre para facilitar así la sucesión. A la muerte de Enrique I, fue ungido y coronado en Aquisgrán en 936 con el título carolingio de Rex et sacerdos. Tuvo la vocación de restaurar el imperio de Carlomagno (Imperio Carolingio) y es el primer representante del Sacro Imperio Romano Germánico.

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El Sacro Imperio Romano Germánico
Apogeo y caída del Imperio Romano

Palestina en tiempos de Jesús: culto

Para Israel, la ciudad de Jerusalén y el Templo lo eran todo, y no sólo en el aspecto religioso sino también en el social y el económico.

El Templo de Jerusalén

El centro del culto de la nación judía lo constituía principalmente el Templo.
El Templo primitivo fue construido por Salomón y destruido por Nabuconodosor en 588 a.C.; luego reconstruido por Zorobabel, a la vuelta del cautiverio de Babilonia, en el mismo sitio del anterior. Este segundo templo fue agrandado y embellecido por Herodes.

En el Templo se celebraba un culto diario, consistente en dos sacrificios de animales, el de la mañana y el de la tarde. Pero los momentos de esplendor del culto eran las grandes fiestas religiosas judías, especialmente Pascua, Pentecostés y los Tabernáculos, a las que todos los judíos a partir de los trece años tenían que acudir en peregrinación. En esas ocasiones, Jerusalén, que tenía en aquella época de 25.000 a 30.000 habitantes, veía enormemente multiplicada su población. (La población judía de Palestina era en torno al medio millón.)


Palestina en tiempos de Jesús: sociedad

En la época de Jesús, el pueblo judío estaba sometido al poder romano que ejercía su dominio a través de su procurador o gobernador. Las autoridades romanas exigían tributos personales y territoriales para el César, y aportes en especie para el mantenimiento de sus tropas de ocupación.

Existían diferentes clases sociales:
Clase alta: Sumos sacerdotes, Jefes romanos, grandes terratenientes, ricos comerciantes, jefes de recaudadores de impuestos.
Clase media: Artesanos, recaudadores, maestros de la ley, sacerdotes.
Clase baja: Pueblo (campesinos, pescadores, pastores) enfermos pobres, esclavos, leprosos.
Entre los grupos dominantes, se encontraban:



Palestina en tiempos de Jesús: gobierno

Tras la muerte del rey Herodes I el Grande en el año 4 a.C., su testamento debía ser confirmado por el Emperador en Roma. Augusto intervino directamente como su albacea confirmando el reparto territorial del reino de Palestina entre sus hijos: Arquelao como etnarca de Judea y Samaria (4 a.C.-6 d.C.); Herodes Antipas como tetrarca de Galilea y Perea (4 a.C.-39 d.C.), y Herodes Filipo como tetrarca de Iturea y Galaunítida (4 a.C.-34 d.C.).

Asimismo, también se presentaron ante el emperador los principales dignatarios de los judíos, quienes se expresaron en contra de Arquelao, porque no querían que fuese nombrado rey y además porque planteaban la disolución de la Monarquía Herodiana.

A partir del año 4 a.C., Roma intervenía nuevamente en Palestina, confirmando uno de los tantos repartos de territoriales establecidos en los testamentos de Herodes I el Grande. En la práctica dividió el territorio palestino en tres jurisdicciones político-administrativas que dependían de un tetrarca nombrado por ella, y seguía manteniendo el Régimen del Protectorado. Estos nuevos representantes del poder romano debían conformar su política interior y exterior de acuerdo con los intereses de Roma, recaudar los tributos y mantener la paz y el orden dentro de toda su tetrarquía.


Palestina en tiempos de Jesús: territorio

Palestina es uno de los nombres que ha recibido la región histórica del Oriente Próximo situada entre el Mar Mediterráneo y el Río Jordán, donde actualmente se ubica el Estado de Israel y los Territorios Palestinos. Es el nombre con el que se designó a la antigua tierra de Canaán o del antiguo Reino de Israel a partir de la revuelta judía (132-135 d.C.) en que la antigua Judea, que formaba parte de la provincia romana de Siria, pasó a denominarse Siria-Palestina o simplemente Palestina.

La región limita con Egipto al sur, con el Líbano y Siria al norte, con Jordania al Este y con el Mar Mediterráneo al oeste.

Palestina, cuna de civilizaciones y de religiones, encrucijada de caminos, es la Tierra Santa de cristianos, judíos y musulmanes. Históricamente ha sido un país de conflictos religiosos y territoriales que aún perduran de forma muy acusada en el llamado conflicto árabe-israelí.


Herodes I el Grande

Herodes fue rey de los judíos, nació en Ascalon, h. 73 y murió en Jerusalén, 4 a.C.. Hijo de un idumeo y de una nabatea, en realidad era un palestino de cultura helenística dedicado al servicio de Roma, que dominaba Palestina desde que fuera conquistada por Pompeyo (63 a.C.).
Herodes fue nombrado primero gobernador de Galilea (47 a.C.) y posteriormente «tetrarca» para dirigir las relaciones de Roma con los judíos (41 a.C.); pero hubo de huir ante el ataque de los partos, que apoyaban en el Trono a Antígona, la última reina de la dinastía de los Asmoneos o Macabeos, representante de la resistencia judía contra la dominación política y cultural del Occidente grecorromano.

En el año 40 a.C. el Senado romano nombró a Herodes rey de los judíos por indicación de Marco Antonio, con el encargo de recuperar Judea de manos de Antígona. Combatió con ella durante tres años hasta que conquistó Jerusalén y la decapitó (37 a.C.).